La guerra de precios del petróleo que afecta al mundo acarreará problemas a la economía mexicana, que aún no encontraba el camino para comenzar a recuperarse en 2020. Los riesgos para México, asociados a este entorno de volatilidad tendrán efectos sobre el potencial de crecimiento y sobre las finanzas públicas, destaca un análisis de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
Los efectos negativos en la economía mundial por el brote del coronavirus se acentuaron a consecuencia del desacuerdo entre Arabia Saudita y Rusia, por el tope de producción del hidrocarburo ante el descenso en su demanda en los mercados y que el lunes repercutió en la estrepitosa caída de las bolsas de valores de todo el orbe.
La Coparmex señala que con esta disputa petrolera se ahondará el agravamiento del entorno recesivo que presenta la economía de México desde finales de 2018, subraya que si Estados Unidos y las principales economías del mundo enfrentan una recesión este año, el potencial de crecimiento de nuestro país se afectará también. Asimismo, advirtió que se generaría una presión adicional a las finanzas públicas derivada de una menor recaudación.
Además, en cuanto a estas últimas, el análisis menciona que si la demanda de crudo global y el precio de exportación del petróleo se mantienen consistentemente por debajo de los supuestos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), es posible que se deterioren en forma considerable, sobre todo, en un contexto en el que el gobierno federal ha hecho uso del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios.
Con respecto a la deuda pública, en donde se concentran los préstamos totales internos y externos que contrae el gobierno federal para satisfacer sus necesidades de gasto, el informe señala que la evolución histórica de la deuda pública contraída por el estado mexicano presenta una tendencia creciente, que de manera real presentó un incremento anual de 3.59 por ciento.
Según el último dato publicado por la SHCP, la deuda interna aumentó en 4.88 por ciento en enero de 2020 con respecto al mismo mes del año anterior, mientras que la deuda externa se incrementó 1.27 por ciento en el mismo periodo. Además, según datos del último trimestre del año pasado, la deuda representó 43.46 por ciento como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB).
La Coparmex explica que la importancia de la deuda pública radica en que puede usarse para proyectos de inversión, es decir, para destinarlo a gasto de capital (adquisición de bienes y servicios que realiza el sector público durante el ejercicio fiscal sin incrementar el patrimonio federal). Sin embargo, advierte que si este se destina a gasto corriente o es mayor a lo que el Estado puede pagar, es posible que se genere desconfianza para los inversionistas, lo que podría derivar en un aumento en las tasas de interés y la calificación de riesgo país, lo que harían que la misma aumente.
La calificación crediticia es una opinión que emite una agencia calificadora, es una medición que evalúa la capacidad de pago de un emisor de deuda de empresas, gobiernos o personas. Esta calificación de riesgo crediticio mide la probabilidad de que esos créditos sean impagados y permite a los inversionistas establecer el nivel de tasa de interés que debería estar pagando un emisor de títulos de deuda (bonos, certificados de depósito o titularizaciones).
El análisis del sindicato patronal recordó que para nuestro país las calificadoras Moody’s y Standard & Poor’s (S&P), presentaron una perspectiva negativa para la deuda con una calificación de la deuda externa de A3 y BB+ respectivamente, que implican una calidad media superior y media inferior. Mientras que la calificadora Fitch presentó perspectivas estables para el país con una calificación de la deuda externa de BBB, que implica una calidad media inferior.
La calificación de empresas productivas del Estado como Pemex también juega un rol importante para la determinación de la calificación de la deuda para nuestro país. Por esto es preocupante que la calificación de la deuda extranjera de Pemex tenga una calificación Baa3 por parte de Moody’s, BBB+ por S&P, y BBB- por Fitch, que implican una calidad media inferior.