Reflexión. Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez*
*XXIV ORDINARIO/C. I.- ¡ANDA, BAJA! (Ex 32,7-11.13-14).* En el ambiente de la alianza y su ratificación, encontramos el episodio del llamado “becerro de oro” con el que Israel trataba de plasmar a Yahvé como su guía, debido a que sabían nada de Moisés, que había subido a la montaña y fue él quien los guió de Egipto al desierto. Destacan las actitudes del Señor y las de Moisés; en un primer momento estalla la ira divina ante la infidelidad del pueblo, al grado de que prácticamente llega a renunciar a Israel, en oposición a lo declarado en Ex 19,5-6 y, en cambio, promete hacer de Moisés un gran pueblo. Éste, por su parte, intenta hacer una reflexión de la obra iniciada en Egipto y recuerda las promesas hechas a los patriarcas, cosa que anticipa lo que se dirá en Ex 34,6-7, los atributos de Yahvé que se formulan en esta cita: es misericordioso, clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, mantiene su amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado. El relato cierra con la manifestación de la misericordia de Dios para con su pueblo. *II.- LO HEMOS ENCONTRADO (Lc 15,1-32).* Lo anunciado en el Antiguo Testamento, se realiza en el Nuevo como lo relata san Lucas. El auditorio está formado por publicanos, pecadores y, secundariamente, por escribas y fariseos. En la primera parábola encontramos un animal que se pierde y se trabaja hasta encontrarlo y al final hay alegría que se comparte; en la segunda se trata de una moneda, se trabaja hasta encontrarla y termina del mismo modo que la primera. En la última parábola encontramos tres personajes: el padre, el hijo menor y el hijo mayor. Debemos poner la mirada en el Padre de la parábola, porque es el Dios de Jesucristo, en él nos describe al Padre. Las características de este padre nos sorprenden, como por ejemplo, el hecho de respetar la decisión de su hijo menor de marcharse de la casa paterna; él renuncia a un derecho que le da la misma ley de Moisés en Dt 21,18-21, con tal de respetar la libertad de su hijo; es un padre que espera pacientemente el retorno de su hijo, de hecho él fue quien lo vio a lo lejos, él fue el primero en ver a su hijo que retornaba y sale corriendo a su encuentro para abrazarlo, besarlo, vestirlo conforme a su dignidad y hace una fiesta por dos motivos: 1.- su hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, 2.- estaba perdido y lo hemos encontrado. Éstos son motivos que el hijo mayor no quería entender, pero también a él lo introduce a la fiesta, para que ambos hijos estén en la fiesta del perdón *. III.- MISERICORDIA DE MÍ (Tm 1,12-17).* Lo prefigurado en el Éxodo y cumplido en Jesucristo, ahora lo presenta Pablo como la misericordia que Dios tuvo con él y es en ese perdón en el que fundamenta su vocación y su ministerio apostólico, pues no solamente lo perdonó, sino que además lo consideró digno de confianza y lo puso a su servicio, con lo cual diríamos que Pablo es el Apóstol que predica la misericordia de Dios realizada en su persona; por eso este rey eterno es digno de honor y gloria por los siglos de los siglos; ¡porque es misericordioso!. Amén. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez*