1Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.2Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.3Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.4Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra.5Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo.6La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba;7pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados.8Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.
Salmo ResponsorialSalmo 66:1-71Del maestro de coro. Cántico. Salmo. Aclamad a Dios, la tierra toda,2salmodiad a la gloria de su nombre, rendidle el honor de su alabanza,3decid a Dios: ¡Qué terribles tus obras! Por la grandeza de tu fuerza, tus enemigos vienen a adularte;4toda la tierra se postra ante ti, y salmodia para ti, a tu nombre salmodia.5Venid y ved las obras de Dios, temible en sus gestas por los hijos de Adán:6él convirtió el mar en tierra firme, el río fue cruzado a pie. Allí, nuestra alegría en él,7que por su poder domina para siempre. Sus ojos vigilan las naciones, no se alcen los rebeldes contra él.
EvangelioJuan 6:35-4035Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.36Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.37Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera;38porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.39Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.40Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»