*V DE PASCUA/A. I.- Y LOS LLEVARÉ CONMIGO (Jn 14,1-12).* San Juan inicia el capítulo 14 de su Evangelio con una invitación a recuperar el ánimo: “No pierdan la paz”. Recordemos que el capítulo 13 tiene un final amargo que desconcertó a los discípulos cuando Jesús, después de lavarles los pies y su respectiva explicación, anuncia la traición de Judas y la triple negación de Pedro. Ahora el Maestro ayuda a los Apóstoles a entender la finalidad de todo lo anterior, que es llegar a la presencia del Padre y esto sólo es posible por medio de Jesucristo, puesto que Él es el camino, la verdad y la vida. Sabemos que el camino sirve para hacer posible que nos desplacemos de un lugar a otro (de la tierra al Padre); Jesús nos enseña que la Palabra de Dios es la verdad que nos santifica (cfr. Jn 17, 17) y Él vino para que tengamos vida en abundancia (cfr. Jn 10,10). Y todo esto lo sabemos por la fe, razón por la cual hemos de centrar nuestra vida en lo que realmente es importante: Jesús se va al Padre para prepararnos un lugar para que juntamente con Él estemos en la Casa del Padre, Él estará intercediendo por nosotros ante el Padre de manera permanente, así nos prepara “la habitación”. Entonces no hay razón para permitirle a la trisreza y al dolor que nos roben la paz, puesto que no se trata de una tragedia, sino de un acto salvífico que hará posible que Jesús vaya al Padre, nos prepare un lugar y vuelva para llevarnos con Él. El punto clave está en vivir nuestra fe en paz, porque en Jesús hemos visto al Padre y sólo hay que esperar el momento para estar con Él. *LOS DOCE (Hch 6,1-7).* La Iglesia continúa creciendo bajo el impulso del Espíritu Santo, el anuncio del Evangelio y el testimonio de la comunidad cristiana. Pero es precisamente este crecimiento lo que plantea nuevos retos de organización a la Iglesia (Misterio e Institución). Los judíos hebreos habían nacido y vivido en Palestina y tenían la Ley en su propia lengua; los llamados griegos vivían en el extranjero (hecho conocido como la diáspora) y tenían la Ley en griego, lengua que ellos hablaban y esto marcaba algunas diferencias. Debido a esto surgen la queja y la murmuración (en griego goggusmós, que es la misma palabra que describe la actitud de Israel en el desierto, murmuró contra Dios). Lo interesante es que la comunidad no permite que esto avance, sino que acude a quien tiene la autoridad necesaria para tomar decisiones, de tal modo que el Colegio Apostólico convoca a toda la comunidad para analizar el asunto y se resuelve con un nuevo Ministerio, la diaconía. Ahora, los Diáconos serán los responsables de organizar y administrar el servicio de la caridad. *III.- LOS QUE HAN CREÍDO (1Pe 2,4-9).* San Pedro aplica a la Iglesia lo que Ex 19,5-6 refiere a Israel, pertenecemos a Dios puesto que creemos en Cristo y somos piedras vivas que entramos en la edificación del templo espiritual, formamos un sacerdocio santo para ofrecer sacrificios agradables a Dios, por medio de Jesucristo, quien es la piedra viva que ha hecho de nosotros: estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad. ¡No pierdan la paz! *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez* .