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Hola, hoy quiero agradecerte de manera especial el tiempo que te estás regalando al leer este documento, ya que deseo compartir contigo momentos de reflexión que puedan favorecer el tiempo de contingencia que estás viviendo. Sé que las cosas han cambiado, que no es en nada lo que antes era tu rutina diaria y posiblemente te encuentres en medio de decisiones de vida difíciles para ti, como el cómo ir a trabajar con seguridad, el ir o no a trabajar porque te expones a enfermar, el visitar a tus seres queridos que necesitan de ti y tú de ellos, el ver o no a tu novia o novio, ir a acompañar a tu amigo (a) porque ha fallecido un familiar, acompañar o no a tu familiar al área médica pues te expones, salir a comprar las cosas necesarias para tu vida pensando en el riesgo de quedar contagiado(a), el innovarte porque te quedaste sin empleo, el cuidar o no a tu ser amado que ha sido contagiado, y más. Cada individuo con sus propios conflictos, con sus propias encrucijadas, con sus propias decisiones de vida.
Sé que no es fácil llevar las reglas al pie de la letra, sobre todo cuando éstas irrumpen en tu comodidad y te frustran. Los mexicanos tenemos un dicho que dice: “las reglas se hicieron para romperse” y ¡vaya que lo practicamos!, de echo el irrumpirlas denota la madurez del ser humano al desarrollar la capacidad de resolver los conflictos que se ha provocado a sí mismo o a terceros al no haber seguido las normas. El peligro real es cuando se ha cometido la falta y no se tiene la capacidad, los conocimientos, la habilidad, los medios para dar solución a lo generado.
Cuando se es niño la educación se basa en ser obediente, es decir, acatar las instrucciones que dan los adultos o los mayores; se le demanda al pequeño a someterse y respetar lo que se le indica, ya que no posee como se dijo la capacidad, los conocimientos y demás para resolver la situación que generaría su desobediencia. El adolescente, finalmente niño en crecimiento, se va sintiendo cada vez más independiente y autosuficiente, lo que provoca que comience a pensar en la posibilidad de la desobediencia y la practique con el objetivo de saber hasta dónde es capaz, hasta dónde puede llegar, qué puede pasar, qué no pasa, obviamente sus límites serán su propio freno, si logra aprender sobre sí mismo y su entorno.
El adulto, ya no niño, ya no adolescente, en teoría tiene conciencia de sí mismo, identifica y respeta sus propios límites, pues sabe qué al pasarlos, se pierde a sí mismo y es incapaz de resolver, es decir, el adulto conoce sus limitaciones. Es un adolescente experto en haber fallado y sapiente de hasta dónde puede llegar, puede hacer, puede decir, puede probar, etc…
Bajo ésta perspectiva, un adulto probando un nuevo límite se reconoce adolescente, se reconoce inexperto, y no pasa a más si como se mencionó tiene la capacidad de resolver las consecuencias generadas por dicha falta a la norma en sí mismo o en terceros, es decir, hacerse responsable de sus errores. No obstante, hay un gran conflicto cuando el adulto se cree experto no siéndolo, no sabiendo, esto es, cuando se engaña a sí mismo.
Hace unos días salí al malecón de Coatzacoalcos después de llevar al pie de la letra las medidas de quédate en casa durante tres meses y medio aproximadamente, y me sorprendió en gran medida encontrar un malecón lleno de gente y con mucho tráfico, un fin de semana cualquiera en el que pareciera no estar pasando nada, es decir, como si no hubiera pandemia.
Personas que oscilaban entre la infancia y la adultez tardía, sin cubrebocas, ni caretas de protección, ni sana distancia, ni ningún tipo de cuidado ante la contingencia, personas que apelan a creer tener el conocimiento necesario como para poder salir sin precaución ni cuidado.
Coatzacoalcos en particular aún está en semáforo rojo, lo que significa que las posibilidades de contagio son altas, los lugares cercanos a la ciudad pueden oscilar entre color rojo o naranja. Lugares en los que el quédate en casa ha excedido ya los tres meses y por supuesto no ha sido fácil el permanecer en un solo lugar sin poder salir libremente y mucho menos poder visitar a quiénes más amamos, así que déjame decirte que no estás solo, que no estás sola, que todos estamos pasando por momentos difíciles y que el no poder salir como solíamos complica más las circunstancias.
De ninguna manera te estoy invitando a estar encerrado y vivir con miedo, en realidad quiero exhortarte a hacer uso del valor de la prudencia. La palabra prudencia significa ver por adelantado, es sinónimo de mesura, templanza, cautela o moderación. Es decir, ser prudente será actuar con moderación y cuidado para prevenir cualquier daño; moderar no es prohibir, es tener la habilidad de actuar con precaución evitando caer en excesos. Precaución no es tener miedo, al contrario, es actuar con cuidado para evitar el daño.
La prudencia implica la valoración de las circunstancias y la evaluación de los pro y contras, el ser prudente será elegir aquellas opciones donde los daños sean nulos o menores. La indicación global es quedarse en casa, la recomendación, sugerencia o prudencia será hacerlo en la medida de lo posible sin que ello implique un daño mayor para quien lo experimenta, por ejemplo, si has estado guardando tu sana distancia y has evitado a toda costa salir, manteniendo las indicaciones al pie de la letra y ello implica que te estés enfermando, estés deprimido y no encuentres forma de disfrutar tu día a día, te convendría salir, esto no quiere decir que salgas desmedidamente y sin protección, significa que puedes hacerlo tomando las medidas de cuidado pertinentes indicadas por las autoridades de salud, salir prudentemente.
Por otro lado, si no tienes la necesidad de salir, te encuentras placenteramente en tu casa y disfrutas de los momentos que tienes, ¿para qué salir innecesariamente?, sé prudente, permanece en tu casa, resguárdate. Pero si sales desmedidamente, crees que no te vas a enfermar, que tienes buenas defensas, que todo es mentira, que no pasa nada, sé prudente, si estás convencido de que tú no enfermarás eso no significa que no seas transmisor del virus, por lo que tu prudencia será evitar daños a terceros, sigue las medidas de cuidado indicadas por las autoridades de salud.
Sé prudente y valora de que la única forma de saber qué tan grave será una enfermedad en tu cuerpo, es que la tengas, que la padezcas y así poder evaluar si es o no grave. Un poco más complicado al estar hablando de un nuevo virus, del que no se sabe mucho, del que los médicos y personal de salud apenas están conociendo y peor aún, de un momento social en el que los hospitales se encuentran desgastados por la misma demanda de la enfermedad y sin los recursos óptimos. Por lo que el ser adulto en estos momentos no es suficiente, reconocerse responsable, independiente y autosuficiente puesto que hay factores externos que afectan la resolución que darás al pasar por alto la regla de quédate en casa, aspectos que no dependen de ti, sino de terceros.
Para evitar caer en una circunstancia imprudente y generar daño a tu persona o a terceros, mejor elige valorar tu vida y la de tus cercanos, colabora con tu granito de arena. Sé que puedes estar cansado, muchos lo están, te mentiría si te dijera que falta poco, no lo sabemos, lo que sí sabemos es que tu vida es invaluable, que eres un ser maravilloso y muy valioso con mucho qué aportar, aunque no te has dado cuenta, y hay muchas personas que sufrirán si te pasa algo, mejor elije estar ahí para los tuyos, disfruta con prudencia, sal con prudencia, come con prudencia, has ejercicio con prudencia, cuídate con prudencia, haz todo con prudencia, disfruta y permite que te disfruten, sé responsable y prudente.
Puede no ser fácil, si tienes dificultades con el permanecer en casa, con los tuyos, con las relaciones interpersonales o intrapersonales, si ya te diste cuenta que no te sientes bien, que no estás bien, que te expones sin cuidado, que estás actuando imprudentemente, y más, busca ayuda profesional, descuidarte nunca será un síntoma de amor propio, estabilidad, armonía, paz, ni equilibrio.
Sea cual fuere tu situación, si no te sientes pleno y feliz, busca ayuda, recuerda que buscar ayuda a tiempo reduce mucho el sufrimiento y que, ante el sufrimiento, buscar ayuda es mejor opción.