PSIC. GENOVEVA MUÑOZ ALVAREZ MASTER EN EDUCACION Y TERAPIA FAMILIAR
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La adultez es una etapa de vida del ser humano que inicia a los 20 años y se divide a su vez en tres subetapas o estadíos, la primera es la adultez temprana que abarca de los 20 a los 40 años aproximadamente y se caracteriza por el crecimiento social del individuo, es decir, es un momento de vida en el que el hombre comienza a ser prodictvo a nivel económico, forma su familia, adquiere un trabajo, crece a nivel personal, familiar y profesional; posteriormente de los 41 a los 60 años aproximadamente inicia la adultez intermedia, en esta etapa por lo regular se encuentra ya consolidado el hogar y los bienes materiales, el trabajo, por lo que se disfruta de lo recibido a base del esfuerzo expuesto, inician cambios a nivel de salud, familia, principalmente el desprendimiento de los hijos, se ven crecer a los nietos y a los hijos mismos; de los 61 años en delante se presenta la adultez tardía y es en esta etapa en la que profundizaremos un poco más.
La tercera edad inicia a los 60 años aproximadamente y es caracterizada por el crecimiento espiritual del individuo, es el momento idóneo de transmitir la sabiduría adquirida a través de la experiencia de la vida, no obstante, incluye muchos cambios tanto a nivel laboral, familiar, personal y de salud.
A nivel laboral en nuestro país personas que pertenecen a la adultez tardía difícilmente son contratadas por las grandes o pequeñas empresas, esto debido a los problemas de salud que acompañan la edad, la poca actualización y vanguardia, o bien al simple tabú de que un joven puede hacer mejor el trabajo. Si se fue lo suficientemente productivo a edades tempranas en esta edad se encuentran las personas jubiladas, pensionadas, con un negocio propio o con bienes que retribuyen a nivel económico y son sustentables para la subsistencia, aunque en nuestra sociedad se acostumbra que los hijos apoyen a los padres económicamente al llegar a este periodo de vida.
No obstante, la situación social y económica que prevale en el estado dificulta eso en gran medida. Y por ello la mayoría de los abuelitos se encuentran sin trabajo y generalmente sin actividades extras al hogar o cuidado de los nietos.
A nivel familiar se experimenta lo que se conoce como nido vacío, es el momento en que los hijos parten para formar sus familias, ser independientes y forjar su propia vida, etapa ideal para que la pareja adulta se enamore nuevamente y aprendan a vivir juntos el uno para el otro como lo hacían antes de concebir a sus hijos. También es el tiempo para terminar aquello que quedó inconcluso en la adultez temprana por falta de tiempo, dinero, valor, apoyo, seguridad, ó emprender la enseñanza a otros de lo que más se disfruta, ya sea el baile, la costura, tradiciones, la cocina, la fontanería, secretos laborales, experiencia de vida que no se adquieren en la enseñanza académica, es momento de darse tiempo a uno mismo y conocer nuevamente al verdadero yo.
A nivel de salud se presentan lo que comúnmente se llaman “achaques” y es el conjunto de malestares que se atribuyen a la edad tales como dolores de rodillas, cadera, manos, dedos (dolores articulares), reumas, calambres, olvidar cosas que pueden ser importantes, dificultades de la presión arterial, cansancio, aunados a las enfermedades que se hayan desarrollado por los hábitos alimenticios o la situación de vida como la diabetes, sobrepeso, hipertensión, colitis, migraña que son las más comunes.
Por lo regular, los cambios físicos percibidos por los adultos mayores producen decepción de sus capacidades físicas, tristeza y en muchos casos depresión, esto originado por la pérdida de la habilidad para correr, caminar a prisa, llegar sin tropiezos o caídas al lugar deseado, el olvido de una fecha especial o compromiso importante, sin embargo, lo que más afecta al ser humano en esta etapa es el asumirse dependiente de otros cuando se era independiente, es decir, el proceso de aceptación en el que los abuelos se percatan de que ya no pueden hacer solos todo lo que antes solían llevar a cabo les resulta difícil, y esto empeora la salud biopsicoafectiva del adulto mayor si la persona a la cual le solicita ayuda constantemente le percibe como una molestia, para lo cual es necesario que ambos estén bien informados sobre la tercera edad y trabajen en equipo.
Lo antes mencionado generalmente termina en depresión, manifestada con el abandono del individuo a la enfermedad, molestia, falta de interés por nuevas cosas y encierro total en casa. O bien ira, enojo con la vida, con los familiares con ellos mismos por no haberse cuidado antes o por no haber tomado conciencia en edades tempranas.
Los cambios personales en la adultez tardía dependen de la vitalidad y personalidad de cada persona, pueden encontrarse adultos mayores muy amables, conscientes del periodo de vida que experimentan y envueltos en gran vitalidad, ó adultos mayores frustrados por desconocer el momento de vida que experimentan, enojados por lo que ya no pueden realizar y deseando recuperar lo perdido, se convierten en personas enojadas, tercas, obstinadas, irritables, ofensivas, que comúnmente la gente suele llamar “amargadas”.
La tercera edad es una etapa diferente como todas las que se experimentan a lo largo de la vida y también es un estadio de oportunidades que si se sabe aprovechar se disfrutan los frutos. Es un momento crucial de contacto con uno mismo y crecimiento espiritual, se debe mantener en todo momento contacto con personas ajenas a la familia y personas de la misma edad, se recomiendan las actividades del INAPAM ya que propician el bienestar del adulto mayor, continuar haciendo ejercicio fuera de casa si es posible como salir a caminar y buscar actividades de retribución económica como las mencionadas anteriormente.
El ser un adulto mayor es sólo una edad de vida determinada como cualquier otra, y la edad no determina el dejar de ser un ser humano, pues se sigue sintiendo, amando, viviendo, hay interés por diferentes cosas y más. La percepción de la vida sí es modificada como resultado de las experiencias que se han tenido y ello impacta sobre el presente.
Un adulto mayor sano (biopsicoafectivamente) de mente y cuerpo (sano de manera funcional y no libre de enfermedad) tiene la capacidad y necesidad de continuar siendo productivo en sus esferas de vida: personal, familiar, social, educativa y laboral, ya sea de manera formal bajo reglas y lineamientos a cumplir, o de manera informal bajo su propio criterio.
La tecnología es una herramienta de la que pueden hacer uso para facilitar el aprendizaje, la ocupación funcional de su tiempo libre, hacer ejercicio, comunicarse con sus amigos, y más, obviamente resguardando la responsabilidad que implican dicha tecnología.
Un adulto mayor que no es o no se siente feliz necesita ayuda, pues la vejez nunca será sinónimo de abandonarse a uno mismo y perder interés por la vida. Nuestros abuelitos también necesitan y merecen ser felices y si no se les percibe así es imprescindible buscarles ayuda profesional.
Recuerde que buscar ayuda a tiempo reduce mucho el sufrimiento y que ante el sufrimiento buscar ayuda es mejor opción.
El único momento para no sonreír es cuando se ha dejado de vivir.