III PASCUA/A. I.- NO FUE ABANDONADO A LA MUERTE (Hch 2,14.22-33).* Conforme a lo anunciado en Hch 1,8, encontramos ahora a Pedro y a los Once en plena actividad misionera, después de haber recibido el Espíritu Santo, presentando el mensaje a la gente que se sorprendía por lo que veía y escuchaba, de modo que Pedro les dirige un discurso en el que presenta el Misterio de Cristo que, podríamos decir, se estructura de la siguiente manera: 1.- Dios lo resucitó, esta es la verdad central o núcleo de la predicación apostólica que va poniendo de manifiesto el poder de Dios; el Mesías no fue abandonado a la muerte, sino que todo forma parte del plan salvífico de Dios que, para salvar al hombre, rompe las ataduras de la muerte, al resucitar a Jesucristo, garantía de nuestra resurrección. 2.- sus obras; después de la experiencia del Misterio Pascual (Pasión, Muerte y Resurrección), la predicación se mueve en el plano histórico al traer a colación la vida terrena de Jesucristo, considerando el anuncio del Reino acompañado de señales y prodigios que se convierten en testimonio de la salvación que el Señor nos da; para esta parte, se recurre al testimonio escriturístico. 3.- la glorificación: el anuncio de Jesucristo quedaría incompleto -y dejaría de ser fiel a la verdad- si no se cerrara el ciclo, ya que Jesucristo es glorificado (cfr. Flp 2,6-11), recibe el Espíritu Santo y, conforme a la promesa, lo comunica para santificar y transformar a la persona humana que participa de su gloria y -con su poder- puede anunciar la salvación por la fe en Jesucristo. 4.- testigos, pues después de haber recibido de Jesús el anuncio del Reino de Dios, ahora son los discípulos los responsables de anunciar a Jesucristo como el Salvador, llamando a todos al arrepentimiento y la vuelta a Dios. *II.- “DE VERAS HA RESUCITADO EL SEÑOR” (Lc 24,13-35).* Recordemos que en Lc 9,51, Jesús inicia la llamada “Subida a Jerusalén”, viaje que culmina con la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión (Lc 24,53) y, podríamos decir, que hoy nos encontramos con otro viaje, pero en sentido contrario, ya que dos discípulos van de Jerusalén a Emaús, tratando de entender lo que Jesús les había enseñado durante la subida (cfr. Mt 16,21-23), que sería como ir “rumiando” la doctrina recibida y que ahora es confirmada por los acontecimientos. La primera parte -vv. 13-24- está centrada en la novedad del sepulcro vacío (vv. 23-24), ambientado por el relato del forastero que se les une en el camino (v. 18) y que se interesa por la situación que están viviendo y el efecto -aún negativo- que producía en ellos; en cierto modo se trata de ir confrontando la figura del Jesús histórico con la persona del Cristo glorificado y, para esto, les explica las Escrituras (cfr. Jn 1,14; Flp 2,7 a manera de introducción). De modo que la segunda parte gira en torno a la explicación de la Palabra que, a lo largo de la historia, fue anunciando al Mesías y su misión redentora (cfr. Is 52,13-53,12); esto se encuentra con un obstáculo, como lo es la “dureza del corazón” (v. 25; cfr. Ex 4,21; 7,3; Hb 3,8), expresión que alude a la actitud adoptada por el faraón ante la petición de Moisés, con todo lo que tiene que ver con Dios y la obediencia a su Palabra. Pero la Escritura no es un acontecimiento aislado, ésta va de la mano con la Eucaristía, no se entiende ni se vive del mismo modo sin la Eucaristía, ella devela el misterio pleno y profundo del Amor de Dios por el hombre; los discípulos sabían que les faltaba algo para terminar de comprender a Cristo Resucitado y es justamente en la fracción del pan donde lo entienden y pueden dar testimonio de lo que había pasado (v. 35). *III.- ESPERANZA EN DIOS (1Pe 1,17-21).* Continuando con el tema del “destierro” y la llamada a la santidad (eternidad), ahora san Pedro aborda el tema del amor a Dios y en el que -aunque no lo escribe- parece subyacer una pregunta a la que irá dando respuesta gradualmente: ¿qué Dios es el que amamos? El Dios revelado por Cristo es el Dios de la vida, que es la vida y que ha resucitado a Jesucristo y le ha dado la gloria; también es el justo juez que da a cada quien según sus obras (cfr. 2Co 5,10) y que nos ha rescatado del pecado y de la muerte por medio de la preciosa sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. *TAREA* : 1.- Pedro y los Once han dado pruebas de haber recibido el Espíritu Santo, tú ¿cómo manifiestas esta presencia?; 2.- ¿Dónde y cómo reconoces a Jesús Resucitado?; 3.- ¿De dónde te ha rescatado el Señor y cómo le estás respondiendo? *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*