*IV CUARESMA/A. I.- UN REY (1Sam 16,6-7.10-13).* Tras la desobediencia de Saúl durante la batalla contra los amalecitas (1Sam 15,18), Yahvé le retira su espíritu y se lanza a la tarea de buscar un nuevo rey para su pueblo. Para este efecto, el profeta Samuel es enviado a Belén, concretamente a la casa de Jesé, con el pretexto de ofrecer un sacrificio al Señor para evitar, de este modo, la sospecha y la ira de Saúl. Aquí el profeta aprende a actuar conforme a los tiempos de Dios y a mirar la realidad y a la persona humana, tal y como la ve Dios, quien se fija en los corazones, en tanto que Samuel se había fijado en dos elementos accidentales: aspecto y estatura, descartando así lo substancial de toda persona humana. David era el más pequeño, estaba cuidando el rebaño, pero sobre todo, era el elegido para conducir al pueblo de la alianza. *II.- HIJO DEL HOMBRE (Jn 9,1-41).* En el contexto de la fiesta de las tiendas, que conmemora la etapa del desierto, Jesús aprovecha para unas largas catequesis en las que se presenta como “luz del mundo” (Jn 7 y 8) que concluyen con la salida oculta de Jesús del templo, ante la amenaza de apedrearlo y, con esto, da comienzo el cap. 9 con el encuentro de Jesús con el ciego de nacimiento y la visión judía de la enfermedad, reflejada en la pregunta de los discípulos. Jesús reitera lo que ya había dicho en el templo y enseguida procede a demostrarlo, dándole la vista al ciego de nacimiento, con las consecuentes reacciones de: 1.- los vecinos, quienes se dividen en su opinión respecto al que pedía limosna, hasta que él mismo confirma el dato “Yo, soy”. De ahí pasan a la curiosidad por saber cómo lo había curado y lo conducen ante las autoridades religiosas. Su centro de interés era solamente “el que pedía limosna” 2.- los fariseos, por su parte, preguntan cómo había sido curado y al escuchar la descripción, expresan lo que creen saber de Jesús: no viene de Dios, porque no guarda el sábado; es un pecador y no saben de dónde viene, al compararlo, prácticamente con Moisés. 3.- el ciego de nacimiento. En este hombre encontramos un auténtico camino catequético progresivo, hasta llegar a la confesión de fe. Comienza por referir su primera experiencia, al encontrarse con Jesús: “el hombre que se llama Jesús”. En seguida pasa a otro nivel cuando responde a los fariseos expresando, así, una decisión y postura personales: “es un profeta”, es decir, viene de Dios y habla de parte de Dios. Entiende que Jesús viene de Dios porque lo teme y hace su voluntad. Pero el paso definitivo viene cuando lo echan fuera, cuando lo expulsan del templo y, con esto, de toda la comunidad religiosa y social. Y justo cuando todos lo dejan solo, incluso sus padres, comprende que Dios está con él y que sale a su encuentro para abrazarlo y darle la salvación. A partir de aquí, el “hombre Jesús”, el “profeta”, es confesado como el “Hijo del hombre”, como el enviado del Padre para salvarnos y es su luz, la única que puede darnos la vida eterna. Creo, Señor y lo adora. *III.- HIJOS DE LA LUZ (Ef 5,8-14* ). Por esta razón, la catequesis paulina, se centra en nuestra unión a Cristo, lo que nos hace luz al salir de las tinieblas, para vivir siempre la bondad, la justicia y la verdad, buscando, así, lo que agrada al Señor. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez*