XV ORDINARIO/B. I.- SANTUARIO DEL REY (Am 7,12-15).* Comencemos con el v. 15 que expresa la identidad y vocación de nuestro profeta en turno. Amós es nativo de Técoa, en Judá, a 9 km al sudeste de Belén; históricamente predica en tiempos de rey Jeroboán II, durante el esplendor económico del reino del norte, que se distingue por una desmesurada reiqueza de una minoría de cara a una ingente multitud de pobres y por un culto fastuoso que trataba de ocultar una fe superficial. Amós era un ganadero a quien Dios llama y envía a predicar a Isral y llega al santuario de Betel, tras pronunciar un oráculo contra la casa real (v. 10) cosa que explica la actitud del sacerdote Amasías: el trato despectivo que da al profeta a quien llama “visionario” o “vidente” y lo considera como profeta de “profesión”, es decir, que cobra por pronunciar sus oráculos. Resulta interesante detenernos en el v. 13, que refleja el pensar y sentir de Galilea: no está solamente la prohibición de profetizar, sino que además tenemos la descripción que se da del templo como “santuario del rey templo del reino” ¿dónde quedó Yahvé, el que llamó y envió a Amós? ¿Ya no es el rey y pastor de Israel? *II.- LES DIO PODER (Mc 6,7-13).* Este texto se ancla en dos acciones realizadas por Jesucristo, llamó a los Doce (cfr. Hb 5,4) y los envió de dos en dos; el ministerio apostólico solamente es válido si se dan estos dos elementos, ser llamado y ser enviado, porque previo al envío se recibe el poder (v. 7) para realizar las mismas obras de Dios y aún mayores (cfr. Jn 14,12). Jesús les da poder sobre espíritus inmundos, con lo cual los discípulos fueron a predicar la conversión (Mc 1,15), expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban. Las instrucciones que reciben del Maestro nos recuerdan -en su segunda parte (v. 9)- a Ex 12,11, el modo como deben celebrar la Pascua, “los pies calzados y con el bastón en la mano” y la primera parte, en cambio, enseña a confiar en la Providencia y a no cargar con “cosas” que podrían etretenernos o desviarnos del objetivo. *III.- A CRISTO POR CABEZA (Ef 1,3-14).* San Pablo, después del saludo, presenta un himno cristológico en torno al cual girará toda la carta a los efesios. Comienza bendiciendo a Dios porque nos ha bendecido, para enseguida pasar a enunciar las bendiciones, que son: 1.- La elección en Cristo (v. 4) para ser santos e irreprochables por el amor; 2.- La filiación (v. 5), en Cristo somos sus hijos; 3.- La redención (v. 7) por la cruz de Cristo; 4.- La revelación del “misterio” (v. 9) al darnos a conocer su voluntad; 5.- La elección de Israel (v. 11b), el pueblo de la alianza y de las promesas; 6.- La llamada de los gentiles (v. 13a) para participar de la salvación. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*