*XXII ORDINARIO/C. I.- SABER ESCUCHAR (Si 3,19-22.30-31).* El libro del Eclesiástico o Sirácide -del género literario sapiencial- comienza por enseñar que Dios es el origen de la sabiduría y advierte acerca de las pruebas que enfrentará el alma que se decide por servir al Señor. Hoy, de un modo especial, invita a distinguir entre las actitudes del hombre orgulloso, en quien la planta del mal ha echado raíces y, en consecuencia, ya no tiene posibilidad de salvación y la actitud del hombre sabio y prudente que, en primera instancia, sabe escuchar, sabe oír, por lo que al final de cuentas, sabe obedecer. En primer lugar, sabe escuchar a sus padres de quien aprende a discernir; en segundo lugar, escucha a Dios, o sea, escucha y obedece la ley, los profetas y los otros escritos; sabe que vivir conforme a la ley, permite al hombre conducirse conforme a la humildad y sabe rechazar el orgullo. El hombre que sabe escuchar actúa con humildad y dulzura, reconoce su pequeñez, su ignorancia y su necesidad de aprender escuchando a sus mayores para dar gloria al Señor, sabe o aprende que vivir conforme a la ley le proporciona los conocimientos y actitudes necesarios para ser más amado que el hombre generoso; tan sólo hay que tener oídos de discípulo, mañana tras mañana (cfr. Is 50,4-5). *II.- ASÍ SERÁS DICHOSO (Lc 14,1.7-14).* Mt 13,9-14 presenta un relato paralelo al de Lc 14,1-6. Se trata de dos curaciones y en el primer caso, de un hombre con la mano paralizada y ocurre en la sinagoga; en el segundo, de una curación muy similar, pero que ocurre en la casa de uno de los fariseos que había invitado a Jesús a comer. Ambos relatos tienen en común el día, el Señor cura a dos personas en sábado y esto se refuerza con Lc 13,10-17, que muestra la reacción indignada del jefe de la sinagoga: “hay seis días en que se puede trabajar; vengan esos días a curarse y no en sábado (v. 14b). En estos primeros versículos del Cap. 14, San Lucas pone de manifiesto la actitud egoísta de los fariseos, quienes parecen enojarse por la bondad y misericordia que Dios manifiesta para con los pobres y con los que sufren, como si ellos no fueran dignos destinatarios del amor divino, a lo que Jesús responde señalando todo este egoísmo disfrazado de religiosidad, con dos temas: 1.- la elección de los asientos, es una actitud aparentemente normal e ingenua durante una fiesta y, sin embargo, Jesús nos invita a reflexionar en todo lo que esta conducta esconde. Él nos ha enseñado que el que quiera ser el más importante, que se haga el menor; también ha insistido en que los jefes deben servir a los demás (cfr. Mt 20,20-28). 2.- la elección de los invitados. Es común entre nosotros organizar algún banquete para celebrar algo, para agradecer, etc . y lo que Jesús pide es cuidar la intención con la que hacemos las cosas, puesto que de ésta depende la bondad o la maldad de nuestras acciones. Si hacemos las cosas para compartir nuestros bienes y las bendiciones recibidos del Señor, ¿con quién y por qué lo hacemos?, ¿qué es lo que nos mueve a realizarlo? Preguntas que todo discípulo debe responder. *III.- JESÚS, EL MEDIADOR DE LA NUEVA ALIANZA (Hb 12,18-19.22-24).* En el Sinaí tiene lugar la alianza y, previo a ésta, se da una teofanía que, para Israel, era aterradora -fuego, oscuridad, tiniebla, huracán, toque de trompetas y sonido de palabras-, cosas materiales todas ellas; ahora, por Jesucristo, mediador de la nueva alianza, nos acercamos a la ciudad de Dios, la Jerusalén celestial, a la reunión festiva de los ángeles y los cristianos en torno al Mediador triunfante que nos ha unido nuevamente con Dios Padre, por medio de su sacrificio en la cruz. *Pbro. Lic Wílberth Enrique Aké Méndez.*