*XXX ORDINARIO/A. I.- PORQUE SOY MISERICORDIOSO (Ex 22,20-26).* Nos encontramos con el episodio justo después de que Israel ha recibido la Palabra en el Sinaí y lo que sigue es la aplicación de esta Palabra a la vida social y comienza con la experiencia inmediata de Israel, procede de Egipto, donde soportó la esclavitud impuesta por el faraón; de ahí que la experiencia de la liberación se ha de ejercitar de primera mano con el forastero, pues Yahvé tuvo compasión de su pueblo, no porque éste fuera el mejor, sino porque Él es compasivo y misericordioso. Los siguientes destinatarios de la caridad son las viudas y los huéfanos, quienes tienen a Dios como su protector y defensor; enseguida viene la relación con el propio pueblo y en estrecha referencia al dinero y los bienes materiales del hermano; la invitación es para ejercitar tambiém con ellos la misericordia, la misma que Yahvé tuvo con Israel al sacarlo del país de las pirámides. *II.- LA LEY Y LOS PROFETAS (Mt 22,34-40).* Se han alternado los fariseos (tributo al César) y los saduceos (la resurrección de los muertos) para tenderle una trampa a Jesús y ahora nuevamente lo intentan los fariseos con una pregunta directamente relacionada con la ley. La respuesta de Jesús parte de la experiencia histórica de Israel, al tomar el texto de Dt 6,5 que legisla sobre el amor a Dios; al Señor se le ama con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, pues todo le pertenece y a Él entregamos la totalidad de nuestro ser y que implica el temor de Dios, servirle y la observancia de sus mandamientos (cfr. Dt 6,13). A este precepto Jesús equipara el amor al prójimo (Lv 19,18) puesto que la caridad no está completa si no llegamos al hermano, el amor a Dios es creíble, sólo cuando incluye el amor al otro. *III.- QUE VENGA DESDE EL CIELO (1Tes 1,5-10).* San Pablo muestra el itinerario seguido por la comunidad de Tesalónica: el Evangelio predicado es “confirmado” por el Espíriti Santo, asegurando así la eficacia de la Palabra la cual, a pesar de las dificultades, ha comenzado a producir frutos, entre los que destacan la renuncia a los ídolos, la misión y la espera de la gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*