*XVII ORDINARIO/A. I.- GOBERNAR Y DISCERNIR (1Re 3,5-13).* Enseguida de su unción, coronación y ascenso al trono real, Salomón contrajo nupcias con la hija del faraón, como introducción a su reinado. Inmediatamente después, acude a Gabaón, que en aquel tiempo era el principal santuario, para ofrecer sacrificios, pues aún no se construía el templo de Jerusalén. Estando en Gabaón, en sueños se le apareció el Señor con una oferta nada despreciable para cualquier mortal: “Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré”, frase que la versión de la Biblia de Jerusalén traduce así “Pídeme lo que haya de darte”. Esta última traducción nos ayuda a comprender mejor la tímida respuesta del rey; partimos de una pregunta, ¿qué necesita el rey para ser un buen rey? 1.- Reconocer la presencia y la acción salvífica de Yahvé en toda su genealogía; 2.- Ser agradecido, porque el que no es agradecido con los hombres, no es agradecido con Dios; 3.- Partir de su realidad, “soy un muchacho y no sé cómo actuar” (cfr. Jer 1,6). Esto le permite, en consecuencia, pedir sólo lo que necesita para ser un buen rey: sabiduría de corazón para: a).- saber gobernar al pueblo de la Alianza, pues no basta el conocimiento y la experiencia humanos, puesto que están supeditados a muchos condicionantes; se hace necesario, por tanto, poseer la sabiduría, el conocimiento que viene de lo Alto, para poder ser Pastor según el corazón divino para dar pasto de conocimiento y prudencia (cfr. Jer 3,15) y, b).- Saber discernir el bien del mal, es decir, distinguir el bien para buscarlo y el mal, para rechazarlo. A esta humilde actitud, le sigue la generosidad divina que da eso y mucho más. *II.- DISCÍPULO DEL REINO (Mt 13, 44-52).* El final del “Discurso Parabólico” nos presenta el objetivo del capítulo 13, que consiste en hacer de cada oyente, un auténtico discípulo del Reino de los cielos que, reconociendo toda la sabiduría de la antigua Alianza, es capaz de dejarlo todo, cuando se encuentra con los Misterios del Reino. Así lo indican la parábola del tesoro escondido y la del comerciante en perlas finas. La red echada al mar nos plantea dos cosas: primero, todos estamos llanados a la salvación y, segundo, cada uno de nosotros tiene que dar una respuesta, porque los peces buenos, los aptos para el consumo humano, serán puestos en canastos (se espera que sean muchos) y los malos, los que no son aptos para el consumo humano, serán arrojados a la playa. ¿Ya tienes tu respuesta? *III.- LOS GLORIFICA (Rm 8,28-30).* En estos tres versículos, san Pablo nos hace una magistral conclusión de este capítulo 8, “La vida en el Espíritu”. Imaginemos que llegamos a un hotel y nos dirigimos a la recpeción: v. 28 “todo les sirve para su bien”; ahí nos asingnan la habitación y para llegar a ella tomamos el ascensor y llegamos al primer piso: v. 29 “conoció y predestinó a reproducir la imagen de su Hijo”; continuando llegamos al segundo piso: v. 30a “los llamó”; luego arribamos al tercer piso: v. 30b “los justificó” y, finalmente, llegamos a la habitación destinada: v. 30c “los glorificó”. Dios todo lo ha ordenado a la gloria que tiene destinada para sus elegidos: en orden a esa gloria son llamados a la fe y justificados por el bautismo y de ella se hallan ya revestidos anticipadamente. *Pbro. Wílberth Enrique Aké Méndez.*