*DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR/B. I.- COMO DISCÍPULO (Is 50,4-7).* El preámbulo de este Tercer canto del Siervo lo encontramos en los últimos versículos del capítulo 49, que anuncian la salvación y presencia de Yahvé que rescata y que salva a su pueblo. El Tercer canto presenta ahora al Siervo, a diferencia del Segundo, ya no como profeta, sino como discípulo que mañana tras mañana escucha con docilidad las palabras del Señor Yahvé, para adquirir sabiduría; día a día se nutre con la palabra divina de la que obtiene una lengua experta que sabe hablar como Dios, que se dirige a su pueblo desterrado, que puede hablar de salvación, dar consuelo y fortaleza. Adquiere también la certeza de la ayuda divina que no le falta para invitar a los que temen a Yahvé y a los que viven en tinieblas (v. 10). Es consciente de las persecusiones y sufrimientos que esto implica, pero confía en el Señor que es fiel (cfr. Sal 25 [24],2-3) y, por tanto, no abandona a su Siervo. *II.- PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (Mc 14,1-15,47).* Los capítulos 14 y 15 de san Marcos, relatan los acontecimientos de los últimos días de la vida de Jesús, que resaltan la cena de Pascua, con el anuncio de la traición, la institución de la Eucaristía, el anuncio de la negación de Pedro y el arresto en el huerto Getsemaní. En seguida presenta el juicio religioso que tiene lugar en la casa del sumo sacerdote; al amanecer lo llevan ante Pilato donde se le realiza el juicio político, la flagelación, la corona de espinas y, finalmente, sale camino al Gólgota. Ahí es crucificado en medio de dos malechores y recibe las burlas del pueblo y de los sumos sacerdotes, el diálogo con su Padre, hasta que, dando un fuerte grito, expiró. En 15,39, san Marcos enfatiza la escena y las palabras del centurión: al final de su vida en la cruz, un pagano confiesa que Jesús es el Hijo de Dios y, aparentemente, la escena concluye con la sepultura. *III.- JESUCRISTO ES EL SEÑOR (Flp 2,6-11).* En los primeros cinco versículos del cap. 2, san Pablo se dirige a la comunidad para exhortarla a la unidad con una actitud propia de los cristianos, la humildad y esto por imitación de Cristo, llamando a los discípulos a tener los mismos sentimientos de Cristo. En seguida inicia el himno cristológico que considera las diversas etapas de Cristo: preexistencia/divinidad; humilde Encarnación; por obediencia, muerte en la cruz; resurrección y vuelta a la gloria para recibir el Nombre que está sobre todo nombre y finaliza proclamando que Jesús es el Señor. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*