*II ORDINARIO/B. I.- “AQUÍ ESTOY” (1S 3,3-10.19).* Los relatos de “llamados” o de “vocaciones” son frecuentes en la literatura veterotestamentaria, como por ejemplo lo es el caso de Is 6 y Jer 1,4ss, por mencionar algunos casos. Ahora es el turno de Samuel, cuyo nacimiento está lleno de acontecimientos excepcionales: su madre era estéril y pide al Señor le concediera un hijo y desde muy pequeño es entregado a Elí; así que Samuel desde pequeño vive en el templo al servicio de Dios, pero aún no se le había manifestado el Señor. Vale la pena fijarnos en la disposición y prontitud del joven, que son el fruto de su vocación para servir, de modo que al escuchar su nombre acude inmediatamente con su frase “aquí estoy”, lo que denota un oído acostumbrado a escuchar, a estar vigilante y atento. En cada llamada se pronuncia el nombre hasta suscitar la respuesta definitiva: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”. Y el Señor estaba con él. *II.- VENGAN A VER (Jn 1,35-42).* El texto de hoy se ubica en la llamada “Semana inaugural” y, concretamente, en el tercer día; dos discípulos de el Bautista escuchan su testimonio sobre Jesús y deciden seguir al Cordero de Dios, movidos por una aparente curiosidad, “¿dónde vives?”. El detalle es que no se trata solamente del dónde, sino también el cómo vive el Maestro y para saberlo, sólo hay un modo, hay que ir a ver, ir a contemplar, ir a escuchar, preguntar y asimilar cada respuesta que te lleve a la experiencia personal de un rostro que es para contemplar y que sigue repitiendo la invitación: “Vengan a ver”. De aquí arranca un ciclo totalmente nuevo, algo ha cambiado, ya nada es igual y hay necesidad de hablar de aquello que transformó tu vida; ya eres discípulo y ya has sido enviado a hablar de lo que viste ayer; este cuarto día es para que compartas tu experiencia, es para que digas a otros “Hemos encontrado al Mesías” y los lleves ante Jesús; a Simón le cambió el nombre, ahora es Kefás, roca. Indicando de este modo la elección que el Señor ha realizado y el servicio que de ti espera. *III.- MIEMBROS DE CRISTO (1Co 6,13-15. 17-20).* El punto de partida para san Pablo es la pertenencia a Cristo, el bautizado es miembro de Cristo, forma parte del Cuerpo de Cristo, por lo tanto el cuerpo es para glorificar al Señor. Ya no se trata de saber qué está permitido y qué está prohibido, sino de saber lo que favorece o no al crecimiento del hombre nuevo, para glorificar a Dios con el cuerpo. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez*