*IV DOMINGO DE PASCUA/A. I.- YO SOY LA PUERTA (Jn 10,1-10).* Este cuarto domingo pascual está dedicado a contemplar a Jesús, El Buen Pastor, día también dedicado a orar, de un modo muy especial, por las vocaciones. El texto de hoy nos presenta la finalidad de la Encarnación y del Misterio Pascual (Pasión, Muerte y Resurrección) del Señor: para que tengamos vida y en abundancia. ¿Cómo se nos da esta vida? Leyendo detenidamente esta cita, descubrimos que la palabra “puerta” aparece en cinco ocasiones y en dos momentos Jesús afirma “Yo soy la puerta”. La puerta, como sabemos, sirve para delimitar dos espacios, un “adentro” y un “afuera”, marca un comienzo y un final, sirve para proteger la intimidad y, en consecuencia, es menester saber utilizarla, porque ella permite entrar o permite salir y, quien abre, debe estar plenamente consciente de su acción y a quién permite entrar o salir. Génesis 4,7 advierte a Caín “… a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia y a quien tienes que dominar” y 1Pe 5,8-9 se mueve en el mismo tono e invita a velar y a resistir firmes en la fe. Ya tenemos clara la función de la puerta y, por tanto, el sentido salvífico de la acción de Cristo. Los verbos Conocer, Reconocer y Escuchar están íntimamente relacionados, ya que se refieren a la adquisición y ejecución de un conocimiento que permite identificar y seguir al único Pastor, porque éste las llama a cada una por su nombre, lo cual está indicando que el conocimiento es mutuo y, además, camina delante de ellas. Esta aseveración es muy importante, porque las ovejas no tienen la capacidad de mirar a distancia y podrían caer al precipicio y también, porque Él es el único que conoce al Padre y lo da a conocer. *II.- SEÑOR Y MESÍAS (Hch 2,14.36-41).* Se cierra el gran discurso kerigmático de Pedro con una urgente exhortación: “pónganse a salvo de este mundo corrompido”, mediante el Bautismo. El auditorio ha comprendido que Jesús es el Señor (Flp 2,11) y el Mesías, que Él es el único modo de alcanzar la salvación, recibir el Espíritu Santo y hacernos hermanos. *III.- HAN VUELTO AL PASTOR (1Pe 2,20-25).* Partiendo de la tesis de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-27), san Pedro nos invita a una breve reflexión sobre nuestra situación final, “hemos vuelto al Pastor de nuestras vidas”. Y comienza por afirmar que en el hombre hay un llamado, una vocación hecha por Dios desde el origen, ya que si fue hecho a imagen y semejanza del Creador, entonces está llamado a hacer siempre el bien y, en tercer lugar, esto se logra y perfecciona, cuando soportamos con paciencia los sufrimientos a causa de nuestra fe. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*