*IV ADVIENTO/C. I.- CON LA FUERZA Y LA MAJESTAD DEL SEÑOR (Mi 5,1-4). El* texto de Miqueas que ha sido proclamado, forma parte de la segunda parte de su libro y recibe el nombre de “Promesas a Sión” y que en el capítulo 5 narra la decadencia y la gloria de la dinastía de David. El final del cap. 4 (v. 14) presenta la figura del rey “juez de Israel” (Ezequías), en ese momento, humillado por Asiria (Senaquerib. cfr. 2R 18,13-16) y quien le ha impuesto un alto tributo que obliga a Ezequías a entregar los tesoros de Palacio y del templo. A esta figura, el cap. 5 contrapone al rey-mesías que, con su nacimiento, inaugura la nueva era de gloria y de paz, como rey triunfante en Sión. En 1S 8,4-5, los ancianos de Israel pidieron a Samuel un rey que los gobernara como todas las naciones vecinas lo tenían. Esta petición constituyó la desgracia para el pueblo ya que la monarquía los condujo a la ruina, al fracaso y vergüenza del cautiverio y Miqueas anuncia ahora a este rey-mesías que nacerá en Belén, la ciudad de David, Él gobernará a Israel, pastoreará con la fuerza y la justicia de Yahvé, Él será la paz, porque dirigirá al pueblo con la majestad del nombre de Yahvé. *II.- CUANTO TE FUE ANUNCIADO (Lc 1,39-45).* San Lucas, en esta Feria mayor de Adviento, nos presenta al segundo personaje de este tiempo litúrgico -el primero fue Juan el Bautista- en el contexto de dos anunciaciones y dos nacimientos. El arcángel anuncia a María de la próxima maternidad de Isabel, su prima, figura en torno a la cual girará en cierto modo la escena que, al parecer, tiene como telón de fondo el texto de Is 58,6-8, en el que el profeta presenta acciones concretas que constituyen parte del ayuno que agrada al Señor. 1.- Visitar. Is 58,7 señala “de tu semejante no te has de apartar”, especialmente en los tiempos de necesidad. Por su parte, Mt 25,36 habla de visitar en dos ocasiones, “cuando estuve enfermo” y “en la cárcel”, de modo que podemos ver en María a “la gran visitadora” que, en cuanto se entera de la situación de su prima, acude presurosa. 2.- Entrar. Lc 10,38-42 presenta a Jesús entrando a Betania, cuando se dirige a la casa de sus amigos Martha, María y Lázaro. La acción de entrar indica que se pasa de un lugar a otro, con lo cual da la idea de una ausencia que se termina con la presencia de Jesús; en este caso se hace presente para mostrar que sólo una cosa es importante. María, a su vez, lleva a Isabel y a Juan la mejor parte, al Mesías. 3.- Creer. En el libro de Jonás 3,5 se indica que los ninivitas creyeron en Dios ante el anuncio realizado por el hombre de Dios. María creyó cuanto le fue anunciado de parte del Señor y ya sabemos el final de los que no creen en Dios, como ocurrió en tiempos de Noé (cfr. Lc 17,26-27). *III.- VENGO PARA HACER TU VOLUNTAD (Hb 10,5-10).* El Sal 110 (109),4 proclama “ Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” y 1S 14,22 afirma que Dios se complace más en la obediencia que en los sacrificios. De modo que Jesús entró al mundo para obedecer, para hacer la voluntad de su Padre, rescatando al hombre del pecado y de la muerte, mediante un sacrificio único y perfecto, por el cual quedamos santificados. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*