Escrito por
Jorge López
En la Cámara de Diputados se presentó el documental “Tragedia y Crisol del Sacerdocio en México” elaborado gracias al trabajo del Centro Católico Multimedial (CCM) y de su director el sacerdote Omar Sotelo. El material recopila historias de sacerdotes católicos que han sido arteramente asesinados y testimonios de sus familiares con respecto a las víctimas y sus entornos. En este evento también estuvo presente el director general de Asociaciones Religiosas de la Secretaría de Gobernación, maestro Héctor Miranda Anzá.
“Hoy los ministros de culto se convierten en blanco de la violencia por ser incómodos, estabilizadores de comunidades y procuradores de la paz”, señaló la diputada federal Graciela Zavaleta Sánchez, y añadió que el Palacio Legislativo “es el espacio laico, plural [donde] todos absolutamente tienen derecho de manifestar sus ideas”.
Señaló además que el miedo es el principal componente para la acción del crimen y exhortó a todos a no tener miedo porque “la acción organizada siempre redundará en la obtención de la paz”.
Por su parte, el padre Sotelo señaló que el asesinato del niño Santiago en el atentado de Minatitlán, Veracruz le recordó lo vulnerables que todos nos hemos vuelto y como la violencia “seguirá segando vidas si nosotros se lo permitimos”.
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Sotelo citó a san Óscar Arnulfo Romero, mártir salvadoreño: “De nada sirven las reformas si van teñidas de tanta sangre”. De nada sirven los cambios si no cambiamos los corazones que se han llenado de tanto odio, precisó.
Delineó que nuestra disyuntiva es la de ser aquella generación que se dejó vencer por la violencia o ser la que enfrentó este problema común, al menos dejando la simiente para que otras generaciones tenga una mejor vida.
Señaló que los sacerdotes católicos son asediados, extorsionados e incluso asesinados para eliminar a un estabilizador social y enquistar el miedo, el silencio, la corrupción y la violencia. En el año 2018 se asesinaron a 14 sacerdotes en el continente y siete cayeron en México.
Al término de la proyección tomó la palabra monseñor Alfonso Miranda, obispo auxiliar de Monterrey y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). En su intervención expresó que “existen en la historia muchos filósofos, teólogos, hombres de religión, políticos, comerciantes y ciudadanos que, condicionados por su tiempo y cultura, no lograron reconocer como ‘iguales’ a personas de otra raza, color de piel, religión o apariencia. Tuvieron que darse históricamente la esclavitud, los ‘guetos’, los exterminios y otros atropellos más para que la humanidad abriera los ojos, reaccionara y empezara a remar contracorriente’”.
Y destacó la obra de la Iglesia, aun con sus propias fallas, para destacar siempre la dignidad humana de cada uno, cuya estructura física y espiritual es igual en todos los hombres, labor que hace a través de reflexión y de la acción como lo vivió monseñor Gerardi, asesinado en 1998 y que tenía un importante actividad en defensa de los derechos humanos como obispo auxiliar de Guatemala.
Por otro lado, siguiendo la línea de pensamiento del papa Francisco indicó que las contradicciones sociales que vemos nos hacen reflexionar si realmente la dignidad humana proclamada hace 70 años en la Declaración Universal de los Derechos Humanos es respetada, y mencionó múltiples casos donde esa dignidad en vulnerada, desde el trafico de personas o la trata, la tortura, la falta de educación o las desapariciones forzadas e incluso el abuso de menores.
Por lo anterior, comentó que la Iglesia realiza acciones concretas para la defensa de la dignidad humana más allá del discurso a través de 2 466 obras sociales a lo largo y ancho de la república, mismas que incluyen casas de migrantes, centros de derechos humanos, orfanatos, centro de atención a personas con VIH, entre muchas otras.
Posteriormente monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia y vicepresidente de la CEM, presentó el “Proyecto de Prevención y Atención de Víctimas de la Violencia”.
En su exposición recordó que Jesús al enviar a sus apóstoles les indicó que al entrar a una casa le desearan la paz a esa casa y si ahí había gente de paz la recibirían; monseñor deseó paz a todos los que les pueda llegar este mensaje. Señaló que cuando los que se dedican a la política no la ven como servicio puede ser un instrumento de destrucción y enfatizó que no son aceptables los discursos que hacen culpables a los contrarios.
Le pareció digno de recordar “las bienaventuranzas del político” de monseñor Van Thuan entre las que elogia a quien trabaja por el bien común, a quien es congruente, al que realiza la unidad, al que tiene compromiso de cambio, a quien escucha y quien no tiene miedo, entre otros.
Indicó que la política promueve la paz y que ésta no se debe reducir al equilibrio de la fuerza y del miedo además señaló que el terror sobre las personas más vulnerables genera éxodos de comunidades enteras y compartió que sus pensamientos están con los niños.
Monseñor destacó la esperanza en el Señor que cambia el mal en bien, en la fuerza transformadora del amor y señaló que es nuestra dignidad la que nos hace ser fuertes contra las violencias.
Subrayó que el olvido de Dios es lo que engendra la violencia.
“Implementar el proyecto integral para la construcción de paz es sumarse a los esfuerzos del Plan Nacional de construcción de Paz presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y la Dimensión de Paz, Justicia, Reconciliación, Fe y Política de la Conferencia Episcopal Mexicano, mediante estrategias de prevención, intervención y proyección social para dar respuesta y acompañamiento a la situación de violencia que se vive en el territorio nacional mexicano; y así, intervenir en la reconstrucción del tejido social y la convivencia pacífica”.
El programa está dividido en tres fases, la primera es: Atención y acompañamiento a las víctimas de la violencia, que pretende forma equipos “levadura”, brindar primeros auxilios psicológicos, crear centros de escucha y previniendo la violencia contra la mujer.
La segunda etapa es: Capacitación, prevención y dignificación de la persona, en este nivel capacitar en temas de manejo de emociones, de reconocimiento de la situación en la que se encuentra la víctima y sus recursos para salir adelante, además de acompañamiento espiritual, el fortalecimiento de la infancia para que tenga mayor resistencia así como la formación de comunidades sembradoras de paz.
La tercera fase es: Vinculación e impacto social. En este punto el arzobispo de Morelia señaló que la paz no se dará por decretos gubernamentales tendemos que hacerlo por nosotros mismos. La paz brota del perdón e indicó que cada quien es un promotor de paz si no generamos violencia.