Por Adriana davila.
Es muy difícil escuchar en los distintos noticieros o leer en la prensa nacional cómo los problemas de afectación social se multiplican, mientras el Gobierno decide mirar a otro lado, trata de cambiar de tema o de plano, someter al pueblo de México al “sermón de la mañana” para justificar lo injustificable de su inacción en temas de seguridad, salud pública, economía, entre otros.
Los reporteros no se dan abasto con las notas que proporcionan información sobre el desabasto de medicamentos, las notorias deficiencias en la atención a los pacientes por falta de personal, materiales y medicamentos, que afectan por igual a niñas, niños, adolescentes, mujeres, hombres y personas de la edad dorada, o de plano, cancelación de servicios médicos.
Al denunciarse la cancelación del servicio médico, se busca remediar la situación, tal es el caso de la Fundación de Cáncer de Mama (Fucam), institución que comunicó el fin de sus servicios por la falta de acuerdo con el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Se dejarían de atender alrededor de 9 mil mujeres, solo porque no se llegó a un acuerdo entre el Seguro Popular y el Insabi.
Ante el escándalo, se logró el establecimiento de condiciones para que todos los que tengan póliza del Seguro Popular, reciban la atención, con una cuota de recuperación, hasta el último día de este 2020. Sin embargo, el problema no se resuelve de fondo.
Por las redes sociales y diversos medios, hemos visto la manifestación, indignación y desesperación de mujeres que piden al presidente deje de preocuparse por “su avión” y se aplique a dar continuidad a sus tratamientos, porque ellas están –literalmente– rifándose la vida. Unas llaman a esto también un acto feminicida por parte del Gobierno Federal, “nos quieren asesinar porque nos están quitando una atención que ya teníamos”, dicen. Y afirman “el presidente tiene esposa, tiene hermanas, tiene madre”.
Son públicos los lamentables casos de infantes también con cáncer; indigna ver la desesperación de madres y padres de familia manifestándose en las calles o en el aeropuerto para exigir medicina y continuar con el tratamiento.
La semana pasada nos enteramos sobre el amparo que consiguió una madre para que no le faltara medicina a su hijo, quien cansada de las promesas “del mañana, mañana, mañana”, y ante la ineficacia del gobierno decidió, por la vía jurídica, asegurar la dotación del medicamento que, en honor a la verdad, tampoco es garantía de que haya en existencia. Lo que deseo resaltar es la medida desesperada.
A lo anterior, se suman las largas filas, en clínicas y hospitales, de enfermos que esperan una cita para atención de segundo o tercer nivel (que, si tienen el carácter de urgente, tardarán mínimo un mes) o que les surtan una receta médica.
La situación actual, debe señalarse, tiene un porqué: es parte de una serie de decisiones que respondieron a los caprichos de un gobernante, sin tomar en consideración el impacto a los gobernados; es una cadena de ineptitudes y errores que afectan a los más vulnerables. A nadie debe sorprender lo que vivimos hoy; se veía venir y así lo señalamos desde el primero de septiembre de 2018, inicio de actividades de los nuevos integrantes del Congreso de la Unión de esta LXIV legislatura.
Desde entonces y hasta la fecha, los grupos parlamentarios de Morena y sus aliados trabajaron a las órdenes de un presidente electo para modificar las leyes y así acabar –según él– con todo rastro del pasado conservador. Esto es, para todos ellos, transformar: obedecer de manera ciega e irracional la línea presidencial, y lamentablemente, así será hasta el fin de esta administración.
El presidente se ha creado su “mundo ideal” bajo el razonamiento de creer ser “un transformador”; piensa que con solo pregonar que la corrupción ya se terminó, que no hay más desvíos de recursos públicos, por el arte de sus palabras, así será.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de Veracruzquintopoder