Por.- Angel Rodriguez.
Con el descubrimiento de América y su posterior conquista, muchas órdenes religiosas llegaron de Europa con tres premisas en su vocación: evangelizar, educar y proteger al indígena de los abusos del español.
Vocación que, en un principio, si movió el interés altruista por parte del clero bajo, ya que era menos corrupto que el alto europeo. Así, aquel empezó a agarrar un prestigio y respeto en estas tierras.
Empero, en los siglos que siguieron, el clero tomó una posición de aristocracia junto con la novohispana de la cual fue educador y cómplice. Por ello, no sorprende que sean dos curas, los padres de la independencia; Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.
Hay que recordar que el cura Hidalgo, buscando la unidad del pueblo, se levanta con el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Fue así como, pese a la independencia de la corona española, México tuvo una relación Iglesia y Estado hasta mediados del siglo XIX.
Con las Leyes de Reforma, se buscaba garantizar la Libertad de Conciencia en México, donde el individuo podía profesar o no hacerlo la creencia que él quisiese. Se da la separación de poderes entre Iglesia y Estado.
Este principio se mantuvo hasta el Constituyente de 1917 aunque se impusieron limitaciones a la libertad religiosa.
De ahí viene la doble moral de los revolucionarios y su partido en casi todo el siglo pasado. Los hijos de los políticos priistas iban a buenas escuelas católicas a educarse, pero sus progenitores no entraban a ellas para cumplir con la máxima juarista.
Con la llegada de la última década de finales de siglo, en 1992, se promulga la Ley de Asociaciones y Culto Religioso derivado de los artículos constitucionales 24, 27 y 130 donde se evita el proselitismo político en el ámbito religioso.
Dicha ley reconoce el carácter jurídico de las asociaciones religiosas, las cuales en esta economía globalizada han hecho un mercado de almas con la población mexicana. Si bien reconozco que algunas tuvieron cosas muy buenas, otras por su parte no gozan de buena fama como es el caso de la Iglesia de La Luz del Mundo fundada a principios del siglo pasado por Eusebio Joaquín González.
Llama la atención, un gobierno de izquierda como es el actual y que suelen ir contra cualquier tipo de credo, “La religión es el opio del pueblo”, diría Carlos Marx, usara las instalaciones del Palacio de Bellas Artes a solicitud de un senador del partido verde y con la autorización del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura o INBAL.
Lo anterior con el propósito de conmemorar el cumpleaños de Nasón Joaquín García, pastor de esta iglesia y nieto del fundador. Es decir, se utilizó un recinto federal, ni siquiera para celebrar algún culto religioso, más bien para rendírselo a una persona con toda clase de facilidades y lujos en un evento donde participó la clase política de la Cuarta Transformación.
Mucho ha de deber el presidente a esta iglesia y su pastor para prestarse a esta situación y de paso violar el artículo 21 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público sin que las autoridades de esta institución solicitaran permiso a la Secretaría de Gobernación y peor aún lo haga un legislador con todo desconocimiento en la materia y usurpando funciones que no le corresponden.
Y es que, en este acto, donde no solo se brincan a las instituciones y se viola la ley, podemos decir que cierra el círculo el nepotismo, el influyentismo y, obviamente el abuso de autoridad. ASÍ ES LA CORRUPCIÓN DE LA 4T.