Prospera destacaba por ser integral en el que los beneficiarios debían ser corresponsables de la ayuda que recibían. El programa que lo sustituye hoy se limitará a entregar dinero a niños y jóvenes inscritos en escuelas.
Por Sonia Dominguez Ramirez.
Las personas en situación de pobreza carecen de los elementos que les permitan satisfacer sus necesidades básicas para sobrevivir, por lo que son más susceptibles a padecer, hambre, enfermedades, tener un lugar donde habitar, y en general, están al margen de oportunidades que les permitan desarrollarse y vivir con dignidad.
Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señalan que 53.4 millones de personas, 43.6 por ciento de la población nacional, viven en situación de pobreza, mientras que 9.4 millones, 7.6 por ciento, se encuentran en extrema pobreza.
El combate a la pobreza es uno de los principales retos del gobierno, el cual además tiene la obligación ineludible de prestar apoyo a estos sectores de la población a través de políticas públicas y programas sociales que más allá de ser paliativos, deben ser instrumentos que provean de herramientas a quienes viven en condiciones de marginación a fin de que por sí mismos progresen y salgan de esa condición.
Una de las responsabilidades del gobierno es crear mayor bienestar y equidad entre la población, impulsando a quienes viven en situaciones de vulnerabilidad, a fin de realmente ofrecer oportunidades de progreso.
Un programa integral
Uno de los mejores programas sociales que se han creado en México, por abarcar diversos ámbitos, ha sido el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), el cual se implementó en agosto de 1997, durante el gobierno de Ernesto Zedillo. La cobertura inicial abarcaba 300 mil familias en el ámbito rural, y en 2002 atendía a 2.4 millones de hogares, de los cuales, dos terceras partes eran comunidades indígenas.
De acuerdo con los objetivos de Progresa, sus acciones estaban enfocadas “prioritariamente a las familias, buscando beneficios que alcancen a todos los miembros del hogar, pero velando porque favorezcan más a quienes más lo necesitan: los niños y los jóvenes –de ambos sexos–, las madres de familia. Al mismo tiempo, Progresa busca alentar y apoyar los esfuerzos de los padres de familia para logra la superación de sus hijos bajo esquemas que, al tiempo que mejoran el ingreso familiar, propicien su activa participación para el cabal aprovechamiento de los beneficios que ofrece el Programa”.
En 2002 se modificó el decreto de creación del Progresa para transformarse en la Coordinación Nacional del Programa de Desarrollo Humano Oportunidades.
Además de aumentar su cobertura a todo el país, se atendió a 4.2 millones de hogares y los beneficios para las familias aumentaron, ya que las becas educativas, que al principio eran únicamente para el nivel básico, se ampliaron a la educación media superior.
En las reglas de operación de Oportunidades, publicadas el 28 febrero de 2013 en el Diario Oficial de la Federación, se destaca que el objetivo del mismo, es “contribuir a la ruptura del ciclo intergeneracional de la pobreza, favoreciendo el desarrollo de las capacidades asociadas a la alimentación, salud y educación de las familias beneficiarias del Programa”.
El 5 de septiembre de 2014 este programa una vez más se transforma para convertirse en el Programa de Inclusión Social Prospera, que tenía como objetivos y metas articular y coordinar la oferta institucional de programas y acciones de política social, incluyendo aquellas relacionadas con el fomento productivo, generación de ingresos, bienestar económico, inclusión financiera y laboral, educación, alimentación y salud, dirigida a la población que se encuentre en situación de pobreza extrema, bajo esquemas de corresponsabilidad.
El condicionamiento al que debían responder los beneficiarios consistía en hacerse corresponsables de determinadas tareas, por ejemplo, si recibían un beneficio de alimentación debían asistir obligatoriamente a una consulta médica programada.
Este programa era transversal por lo que estaba manejado por las Secretarías de Desarrollo Social, de Educación Pública y de Salud.
AMLO le da “cuello”
En el diagnóstico: La política social en México, sin rumbo ni destino cierto, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), se indica que Prospera “ha sido uno de los programas sociales más evaluados a nivel mundial y replicado en 52 países de acuerdo al Banco Mundial. Dichas evaluaciones muestran que, en el corto plazo, el diseño original de transferencias condicionadas tuvo un impacto positivo en la salud, la educación y la nutrición de los beneficiarios. Sin embargo, aún falta evidencia sobre los efectos de largo plazo del programa y las barreras que enfrentan los beneficiarios al entrar al mercado laboral”.
A pesar de estos referentes, es un programa que no contó con el beneplácito de López Obrador quien ya como presidente electo en un acto en Morelos negó que su gobierno desaparecería los programas sociales. “Va a continuar el programa de Prospera. No se va a quitar ningún programa social. Al contrario, va a haber más apoyo, más programas sociales. Sólo va a cambiar el procedimiento porque ya no van a haber intermediarios en ningún programa”, señaló.
Sin embargo, durante su conferencia matutina del 4 de marzo de este año justificó la desaparición del programa social, “yo les puedo probar, además tengo ese compromiso con ustedes, de que les voy a probar cuánto dinero manejaba el Prospera supuestamente para beneficio de la gente y no llegaba el dinero, porque hicimos censos, fuimos casa por casa y tenemos documentado cómo se quedaba el dinero en intermediarios.
“Muchas veces ni salía el dinero, sólo se registraba que se destinaba apoyos a la gente, pero no llegaba. Entonces ya no va a haber intermediarios, porque no llega completo el dinero o no llega o llega con moche, con piquete de ojo y eso ya se acabó”.
Con un tijeretazo AMLO cortó Progresa y en sustitución del mismo creo el Programa Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, el cual prevé únicamente dar apoyos económicos a niños desde preescolar hasta jóvenes universitarios, con el solo requisito de estar inscritos en la escuela.
Al retirarse otros apoyos de beneficio social como en el caso de salud, quién manejará el programa será solamente la Secretaría de Educación Pública.
¿Y los recursos apá?
La desaparición de Prospera causó inconformidad en las filas de la oposición, la senadora priista Nuvia Mayorga, aseguró que al cancelar este programa 6.7 millones de familias, que equivalen en promedio a 25 millones de personas, se habían quedado sin seguro popular, becas de educación básica, y el apoyo a las jefas de familia para la alimentación.
En tanto, la panista Josefina Vázquez Mota, denunció que el gobierno federal además de no justificar la eliminación del programa, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 se etiquetaron recursos a la Secretaría de Bienestar para el mismo a pesar de que al desaparecer el programa los recursos solo los va a manejar la SEP.