SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez
Ciertamente el incendio de la Catedral de Notre Dame en París es una verdadera tragedia. A todos nos duele lo sucedido; católicos y no católicos estamos consternados por este grave accidente que estuvo a punto de arrasar con una de las joyas arquitectónicas más valiosas del orbe.
Notre Dame no es nada más un templo religioso, sino también es un monumento artístico lleno de historia y cultura. También ha sido escenario de grandes producciones cinematográficas y lamentables tragedias como el suicidio de la mexicana María Antonieta Rivas Mercado. Pero esto no significa de ninguna manera que México tenga que hacer aportación alguna para su reconstrucción, que seguramente costará muchos millones de euros.
El canciller Marcelo Ebrard Casaubon salió a declarar en las redes sociales que “Lamentamos profundamente el incendio en la catedral de Notre Dame de Paris. Pueblo y Gobierno de México expresan su solidaridad con Francia y ponen a disposición su apoyo y conocimientos para la reconstrucción que habrá de venir”. Y como para demostrar que somos bien fregones para esto de las restauraciones, agregó Ebrard: “Me preguntan qué experiencia de reconstrucción podría ofrecer nuestro país a Francia; bueno entre las muy diversas que se vienen a la mente sobresale la que se ha llevado a cabo en la catedral metropolitana desde fines de los 80, por ejemplo”. Bueno, si hacer un trabajo de restauración en un edificio colonial que ha durado más de veinte años se le puede llamar experiencia, pues queda muy en tela de duda.
Hacer aportaciones a Francia económicas o técnicas para la restauración de la catedral, resulta contradictorio y se lo han dicho a Ebrard en las redes sociales, que “no pueden reparar las escaleras del metro y quieren reconstruir Notre Dame”. Y cuanta razón les sobra a quienes hacen estas observaciones, pues hoy en día es un verdadero caos viajar en el metro de la CDMX, porque no todas las estaciones tienen escaleras eléctricas funcionando y la gente que siempre anda de prisa, empuja a los adultos mayores y discapacitados que con toda calma suben o bajan con el peligro de ser atropellados en esas empinadas escalinatas que parecen no tener fin.
Otros comentan indignados que, “si no tenemos recursos para reconstruir las viviendas de los afectados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, mucho menos los tendremos para hacer una aportación significativa para esta noble causa en Francia”.
OBSCURIDAD DE LA CASA
Los mexicanos vivimos una tragedia todos los días, que no se publica en los medios porque no es espectacular, pero quién no conoce a alguien que está en espera de que el gobierno le apoye para la reconstrucción o reparación de su vivienda sea en Oaxaca o en la Ciudad de México, donde aún siguen esperando que lleguen los peritos a valorar los daños o que les suelten el recurso tan solo para hacer el proyecto y el cálculo estructural para poder recuperar sus casas. Pero según dicen los de la 4ª Transformación, ya merito.
Sin duda hay suficiente razón para que la gente se indigne con este tipo de declaraciones, pues no son tiempos de ser candil de la calle y obscuridad de la casa.
Por cierto, grandes empresas y magnates franceses han ofrecido su apoyo económico para la reconstrucción de Notre Dame y hasta el momento las donaciones ya alcanzan los mil millones de euros. Entre estos empresarios se cuenta Henri Pinault, esposo de la actriz mexicana Salma Hayek, quien ha dicho esta boca es mía con 100 millones de euros. A esto se le llama altruismo y solidaridad nacional. Nada tiene que ver el gobierno, es el sector privado quien ha levantado la mano para esta magna obra.
Así que Marcelo Ebrard, mejor que cierre la boca y que ayude a Claudia Sheinbaum a reparar las escaleras del metro y a reconstruir las viviendas de los damnificados que lo perdieron todo a causa del sismo de hace dos años.