Estado de Veracruz. 7 de Noviembre/2019.
Por: Vicente Martínez Blanco.
Tiempos atribulados de choque y confrontación se están viviendo en el país:
Social-politíca-Económicamente.
Dos bandos:
Pocos ricos. Muchos, muchísimos pobres.
Empresarios, Inversiones publicas estancadas. Desempleo.
Pueblo depredado y depauperado mayoritario. Deflación en crecimiento.
Violencia exacerbada, desmedida en toda la república. Anhelo esperanzador de paz; limpieza social integral de corrupción; y para nada: ni olvido menos impunidad.
Además, se viven múltiples indicios mediatos e inmediatos del acontecer nacional que indican: incertidumbre.
¿Qué está pasando?
¿Qué va a pasar?
Se mantiene a la población en vilo.
Son aconteceres reales y veraces. Propios de nuestro tiempo. Contantes y actuantes.
Días, semanas, meses y casi un año de ejercicio gubernamental, no han generado un cambio sustancial.
Ni de régimen como se quiere, requiere y pregona. Ni de gobierno aún. Así se demuestra.
Hay razonamientos en los planteamientos y argumentos del presidente que también: así lo demuestran.
Hay incisivos cuestionamientos a los críticos, -efectivamente, ahora muy activos-, que permiten sopesar y valorar sus dichos con suficiente carga veraz.
Se ve claro, -como en los gobiernos anteriores-, la crítica no es bienvenida, ni se valora, ni se aprecia.
Hay evidentes choques de visiones o visualizaciones -dirían los técnos-, de formas y objetivos de gobernar, que efectivamente, dejan apreciar, diferencias de raíz que bien pueden significar pretender un verdadero cambio de régimen. Sólo pretenderlo.
Pero como en otros aspectos, la forma, ejercida así, de choque y confrontación, no conlleva fondo. No es política y mucho menos conveniente.
Además, los errores, que evidentes ha cometido el gobierno con el culiacanazo y ahora la abominable masacre Le barón, hoy le genera tremenda andanada crítica de aquellos que como acertado se ha dicho, antes no abrían la boca, la pluma, ni los vídeos para decir nada.
Sin embargo, aunque el presidente se afane y en ocasiones se obceque en explicar, contradecir y finalmente descalificar y desechar con desdén, muecas o enfado, su actitud no merma para nada certezas y punzantes señalamientos.
No es tiempo ni existen razones para triunfalismos.
Sí son momentos para destacar a un año de gobierno cuando mucho algunas insistentes medidas, ejercicios de gobierno como el affaire Guachicol, que muestran algunos logros, así como la acertada “actitud del presidente de ordenar y ejercer su legítimo derecho otorgado por el pueblo mayoritario y en permanente refrendo diario” para intentar, intentar e intentar, generar cambios que puedan lograr un régimen distinto, opuesto a la forma ruin como se ejerció el poder con el binomio PRI PAN y adláteres comparsas también beneficiarias del saqueo y la depredación.
Hoy se espera y se quiere, -si no se otorga, conste, el pueblo lo exigirá-: cumplimiento en los ofrecimientos de “Bienestar”, bajarle varias rayas a la soberbia y estar a la altura de la circunstancia ante el principal flagelo que lacera hondamente a la sociedad mexicana: la violencia, la criminalidad; que impunemente asciende, asciende y asciende.
Ante ello:
¿Qué le espera al país?
Se desea que lo mejor… O…
Eso que valga.
Sox… O Sí… Sí Sox.