San Pancracio fue un joven romano convertido al catolicismo, que luego sufrió el martirio a los 14 años en el día de su bautismo.
Nació en Frigia, una antigua región de Asia Menor que ocupaba la mayor parte de la península de Anatolia, por el año 289 d.C.
Su padre fue un noble pagano que falleció cuando el niño tenía siete años. Pancracio se mudó con un tío llamado Dionisio y se trasladaron a Roma.
Ambos fueron evangelizados por un criado cristiano y se convirtieron a la religión católica. Después de ser bautizados y recibir la comunión, se despojaron de muchas posesiones en favor de los pobres.
Cuando el emperador Diocleciano decretó la última persecución del imperio romano contra el cristianismo, al poco tiempo Pancracio fue denunciado. Le dijeron al emperador: “El hijo de Cleonio de Frigia se ha hecho cristiano y está distribuyendo sus haciendas entre viles personas; además, blasfema horriblemente contra nuestros dioses”.
Diocleciano mando llamar a Pancracio y conversó largo tiempo con él, tratando de persuadirlo a que renuncie a Jesucristo. Al no lograrlo le condenó a muerte.
En el lugar del martirio Pancracio se arrodilló, levantó los ojos y las manos al cielo, dando gracias al Señor porque había llegado a ese momento. Luego le cortaron la cabeza.
El Papa Vitaliano envió sus reliquias desde Roma a Inglaterra para evangelizar y para instalar en los altares. Además, San Agustín de Canterbury le dedicó la primera Iglesia de Inglaterra.
San Pancracio es representado muy joven, casi niño, vestido con la túnica romana o con el traje militar y con los atributos de mártir. Es considerado como el santo de los afligidos por la pobreza.