Guadalupe Loaeza
Y vaya que fue todo un drama, no nada más para los parisinos y los franceses, sino para el mundo entero, ver a Nuestra Dama de París abrazada por las flamas. Tanta historia no podía convertirse en una montaña de cenizas, de uno de los monumentos más emblemáticos de París. Como muchos turistas de todas partes del mundo, fui a Notre Dame, muchas veces.
Más que a la catedral en sí; fui a rezarle a Virgen de Guadalupe, cuya capilla se encuentra en una de las laterales, por cierto la más visitada y la única que siempre tiene flores frescas. Fui rogarle para que aprobara mis exámenes de francés, fui a suplicarle para que mi novio parisino de entonces se casara conmigo; fui a pedirle por la salud del abuelo de mis hijos y por último, fui a implorarle para que ganara nuestra Selección en el Campeonato Mundial de Futbol.
En algunos casos la guadalupana me hizo el milagro y en otros no. Sin embargo, cada vez que visito París, procuro visitarla y pedirle por México. Celebro que a pesar del incendio siga la virgen allí en su capilla rodeada de viejas piedras. Ahora le pediría que se reúnan muchos fondos para la reconstrucción.
Mientras veía en la televisión el drama que representaba el incendio de la catedral, el “alma de París”, que recibe a 14 millones de visitantes cada año pensaba en el cristo a quien Antonieta Rivas Mercado, de 31 años, le rezó antes de quitarse la vida, el 11 de febrero de 1931 a las 12:15 p.m. y el cual, me pregunto si no terminó hecho en cenizas. Dice Fabienne Bradú, su primera biógrafa, que muy temprano por la mañana, Antonieta había redactado una carta a Arturo Pani, el cónsul en Francia: “Antes del medio día me habré pegado un balazo.
Esta carta le llegará, como Empédocles, me habré desligado de una envoltura mortal que ya no encierra un alma. Le ruego que cablegrafíe (no lo hago yo porque no tengo dinero) a Blair y a mi hermano, para que recojan a mi hijo… (…) Me pesó demasiado aceptar la generosa ayuda de Vasconcelos, al saber que facilitándome lo que necesitaba le robaba fuerza, no he querido. De mi determinación nada sabe, está arreglando el pasaje.
Debería de encontrarme con él al mediodía. Yo soy la única responsable de este acto con el cual finalizo una existencia errabunda”. Respecto a su determinación, escribió en su diario la reacción que esperaba que tomaría José Vasconcelos, después de su suicidio. “(…) Solo más tarde, mucho más tarde, comprenderá que es mejor para mi hijo y para él mismo.
Entonces se enternecerá y no podrá olvidarme jamás: me llevará incrustada en su corazón hasta la hora de la muerte”. Tuvo razón Antonieta, Vasconcelos jamás la olvidó.
Volvamos a la escena de Notre Dame, la cual aparece perfectamente bien escrita e imaginada en el diario de Antonieta: “Terminaré mirando a Jesús; frente a su imagen crucificado… Ya tengo apartado el sitio, en una banca que mira al altar del Crucificado, en Notre Dame. Me sentaré para tener la fuerza para disparar. Pero antes será preciso que disimule”.
Nadie se imaginaba que apenas un día antes que se oficiara una misa en la catedral para festejar los nueve años de la coronación del papa Pío XI, ocurriera un suicidio en una de las catedrales más importantes del mundo. Antonieta era ajena al ambiente festivo que se respiraba a su alrededor.
No tenía más que amarguras en su interior. Dicen que un cura que pasaba por allí la vio sentada y notó de inmediato su mejestuosidad. Cuando quedó sola ante la imagen de Cristo crucificado, sacó la pistola que había pertenecido a Vasconcelos y se apuntó al corazón. Los muros de Notre Dame retumbaron con el disparo que acabó con su vida.
En relación al incendio que todos padecimos como si fuera nuestra catedral personal, las palabras del presidente de Francia, Emmanuel Macron, dan esperanzas: “Esta catedral tiene más de 800 años, y les digo honestamente esta noche que sin duda es una parte del destino de los franceses.
El proyecto que tendremos para los años que vienen será todos juntos. Mañana vamos a llamar a los más grandes talentos, que van a venir a contribuir. La vamos a volver a construir, vamos a volver a construir Notre Dame, porque es lo que los franceses esperan. Porque es lo que nuestra historia merece. Es nuestro destino profundo”, finalizó.
Como lo fue para Antonieta Rivas Mercado.
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