SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez
Hace dos meses el presidente Andrés Manuel López Obrador fue enfático al decir que le duele conocer las cifras de violencia que se han registrado en el país, sin que hasta ahora haya dado resultados la estrategia implementada por el gabinete de seguridad.
Cada semana se dan hechos sangrientos que enlutan a la población y que dejan a su paso un reguero de sangre y dolor que no se mitiga con nada. Los esfuerzos que el gobierno hace para alcanzar la paz y erradicar la violencia son infructuosos.
Cada vez que se comete una masacre pensamos que ya es lo último que puede pasar, que no habrá una tragedia mayor; sin embargo, cuando apenas se van realizando las investigaciones y se están sepultando a las víctimas, se deja venir otra ola de crímenes que hacen que México viva en un funeral permanente.
Esta semana le tocó morir en una emboscada a la familia LeBarón de Chihuahua, cuando viajaban para reunirse con sus parientes. En este suceso criminal fueron asesinados de manera artera 9 personas, que fueron atacados a balazos y luego fueron quemadas de manera inhumana y cruel. Murieron calcinados mujeres y niños que ni la debían ni la temían en el municipio de Bavispe, Sonora cuando viajaban a Agua Prieta y a Arizona.
Lo sorprendente es que el secretario de seguridad pública, Alfonso Durazo, como queriendo minimizar el hecho haya declarado que el convoy en el que viajó la familia LeBarón “pudo haber sido confundido por grupos delictivos que se disputan el control de la región al momento del ataque”, como si esto fuera a mitigar el dolor y a minimizar las pérdidas humanas.
Confusión o no es lamentable que sigan sucediendo estas masacres en que no se distingue a buenos y malos, lo mismo mueren niños que mujeres y hombres. Los sicarios no escuchan los gritos de piedad de sus víctimas, las manos en alto no significan nada para ellos que cumplen con la encomienda de sus patrones, que es sembrar terror y disparar a mansalva.
El dolor es profundo, murieron seis menores de edad de distintas edades, algunos de pecho todavía, además de otros seis que resultaron heridos de gravedad.
Hasta el momento se desconocen los motivos que provocaron la masacre y también se ignora quienes son los responsables, aun cuando se presume que podrían ser del Cártel del Pacífico. Lo cierto es que se trata de animales que no sienten dolor y que no se tientan el corazón para asesinar a gente indefensa.
Muchos quisieran expresar su dolor por esta lamentable tragedia que entristece a todos los mexicanos y buscan foros para hacerlo, no nada más a través de las redes sociales sino de los medios de comunicación como en este texto enviado por el abogado Adolfo Díaz, cuyo fragmento transcribo a continuación:
“Compañeros y amigos, francamente les digo que el crimen a la familia Lebaron me ha dejado seriamente impactado, igual que a muchas otras personas; es un crimen que no tiene nombre y que, según parece, fue claramente dirigido a masacrar a esa familia; más increíble es que haya “mascotas” que se atreven a decir pendejadas sobre ese hecho en lugar de guardar el respeto debido; así mismo, es preocupante que a muchos mexicanos se les está haciendo “cotidiano” que sucedan este tipo de tragedias…”
En efecto es tiempo de implementar una verdadera estrategia de seguridad que termine con este baño de sangre y dolor que tiene como rehén a México. Tenemos Fuerzas Armadas, Guardia Nacional, Policía Federal y toda una serie de corporaciones policiacas que están para resguardar la paz y la tranquilidad del país, pero que trabajan sin un plan unificado y caminan sin rumbo.
Las familias mexicanas dedicadas a hacer el bien y los mexicanos que se dedican a trabajar honradamente están en riesgo y México entero hoy está de luto