Gabriel García-Márquez
Una gran preocupación ha despertado en la industria láctea el tema que se encuentra en debate en el Senado, sobre el etiquetado frontal que deben llevar los productos lácteos, con las advertencias del alto contenido en grasas o en azúcares.
El hecho de que algunos lácteos sean altos en grasas o azúcares los pone en riesgo de ser etiquetados con un sello de advertencia como si fueran refrescos o alimentos dañinos.
La única manera de evitar este etiquetado que le quitaría atractivo a los lácteos sería reformularlos, lo cual resultaría demasiado costoso y a veces incosteable.
Incluso las leches azucaradas, aún cuando tienen un alto índice de endulzante, son menos dañinas que los refrescos embotellados y al etiquetarlas con tanta información confundirá al consumidor y seguramente afectará las ventas de estas bebidas, aun cuando el producto sea sano y mucho menos dañino que los refrescos.
Incluso las leches que están elaboradas a base de semillas o vegetales (almendra, soya, nuez o coco) que tienen un alto contenido de grasas naturales, llevarían el sello de altos en grasa, aun cuando se trata de grasa buena.
Para algunas empresas la única salida será la reformulación, lo cual encarecerá el producto y cambiará el sabor, toda vez que este tipo de endulzantes son más caros que el azúcar de caña.
En caso de aprobarse esta ley, las leches que podrían salir ganando son las llamadas leches alternativas, que no son de leche de vaca, sino de semillas o vegetales.
O sea que, los productos lácteos tendrán que llevar en sus sellos el contenido de grasa, de azúcares, saborizantes o cualquier tipo de endulzante que se utilice, lo cual le quitará atractivo al producto.
Las empresas lácteas ya están preparándose para enfrentar esta ley y no perder terreno en el mercado, haciendo una reformulación, lo cual les dejará muy poco margen de ganancia y en otros cuyos precios están muy limitados se quedarán tal como están en lo que se reacomodan en mercado.
DE QUESOS Y MANTEQUILLAS
En el caso de las mantequillas, sobre todo la que tiene sal, tendrá que llevar el sello de alto contenido en grasa y sodio. Lo mismo sucederá con los quesos que tendrán que reformularse y tal vez pierdan sabor y se conviertan en un alimento más sintético y sinsabor.
En resumen, los productos lácteos tendrán que llevar la etiqueta frontal que especifique que son altos en calorías, azúcares, sodio, grasas de todo tipo, edulcorantes, cafeína en su caso y todo cuanto elemento sea dañino para el organismo.
El tema sigue a debate en el Senado, pero es casi un hecho que se aprobará y esto causará un gran impacto en las ventas que afectará sobre todo a las empresas que tienen acaparado el mercado. Claro que las que saldrán beneficiadas con esta nueva disposición serán las empresas refresqueras.