Las deficiencias en el sistema de salud pública se han visto especialmente exacerbadas en años recientes como consecuencia de los recortes presupuestales impuestos por el actual gobierno federal.
A un año de la pandemia de COVID-19 en México, según datos de la Dirección General de Epidemiología, las defunciones por coronavirus en hospitales públicos han registrado un 41 por ciento de decesos, mientras que en los hospitales privados la tasa de mortalidad es del 14.80 por ciento.
En los hospitales pertenecientes al sistema de salud pública, por cada 100 pacientes atendidos por COVID-19, 41 mueren a causa de esta enfermedad. En contra parte, en el sector privado, por cada 100 pacientes mueren 15 a causa del coronavirus.
Las instituciones de salud con las mayores tasas de mortalidad por SARS-CoV-2 son el IMSS, los hospitales estatales, el ISSSTE, los hospitales IMSS-Bienestar y los hospitales de la Secretaría de Salud.
Por el contrario, las cinco instituciones de salud con las menores tasas de mortalidad son los hospitales municipales, los hospitales privados, los hospitales de la Sedena, los hospitales universitarios y los de la Secretaría de Marina (Semar).
En tanto, en el sector Pemex, Sedena y Semar, por cada 100 pacientes atendidos mueren 28 por esta causa. Mientras que en los hospitales universitarios, por cada 100 pacientes atendidos casi 30 mueren a causa del coronavirus.
Estas cifras indican que existe una marcada diferencia en la letalidad por COVID-19 entre las instituciones públicas y privadas, siendo considerablemente más probable que una persona hospitalizada en una institución pública pierde la vida a causa del virus. Lo cual se encuentra relacionado con las condiciones de atención médica, infraestructura y equipamiento presente en ambos tipos de instituciones.
Mientras los hospitales privados se caracterizan por contar con infraestructura médica moderna, buenos niveles de capacitación al personal de salud y un número más que suficiente de doctores y enfermeras por paciente, los hospitales públicos se caracterizan por contar con una serie de deficiencias estructurales que han sido ampliamente documentadas por especialistas en la materia.
Entre las deficiencias se destaca una infraestructura hospitalaria ineficiente e insuficiente, baja disponibilidad de equipo médico, falta de personal, capacitación deficiente entre el personal médico y de enfermería, protocolos inadecuados y poco claro para la atención a los pacientes, entre otros más.
Las deficiencias en los sistemas de salud pública se han visto especialmente exacerbadas en años recientes como consecuencia de los recortes presupuestales impuestos por el actual gobierno federal, como consecuencia del proceso de reorganización y centralización que se puso en marcha con la creación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi).
Los datos de estas cifras se llevaron a cabo utilizando los números publicados por la Dirección General de Epidemiología (cuya consulta puede ser realizada en la siguiente liga: https://gob.mx//salud/documentos/datos-abiertos-152127), actualizados al 21 de febrero de 2021.
Las tasas de mortalidad fueron calculadas considerando exclusivamente a aquellos pacientes con COVID-19 que fueron hospitalizados en las distintas instituciones de salud. Es decir, se excluyó el cálculo a los pacientes ambulatorios.