*VI ORDINARIO/B I.- ANTE EL SACERDOTE (Lv 13,1-2.44-46).* El texto que hoy nos acupa se sitúa en la III parte del libro de Levítico, que va del capítulo 11 al 16 y contiene Reglas referentes a la pureza y a la impureza; después de tratar diversos casos de impureza, llega al tema de la lepra, ante cuya aparición el sospechoso debe ser llevado ante el Sacerdote. ¿Qué se realiza ante el sacerdote judío?, en forma general diremos que es el responsable del culto y al templo solamente pueden entrar personas puras, por lo tanto, también tiene la tarea de cerciorarse que así se cumpla. Si la persona es declarada enferma de lepra, debe dejar el campamento y, con ello, también a su familia y observar lo prescrito por la ley; su condición cambia radicalmente, porque, no solamente estará solo y lejos de toda relación humana, sino que, además, deberá ir gritando su nuevo status, es impuro. Da la sensación de que su condición originaria, estar enfermo, ya no importa, ha pasado a segundo plano, sólo importa que es impuro y basta. *II.- PUEDES CURARME (Mc 1,40-45).* El capítulo inaugural de san Marcos concluye con una escena de curación de un leproso quien, postrado ante Jesús, manifiesta su petición: “Si quieres, puedes limpiarme”. Encontramos en este episodio un doble movimiento que da la impresión de que se trata de un caso de quebrantamiento de la ley: por una parte, el enfermo no cumple lo prescrito por Lv 13,41-46 (vivirá solo, fuera del campamento), es decir, el leproso no debe mezclarse con las otras personas; por otro lado, Jesús no tiene ningún empacho en ir “en contra” de las leyes sobre la impureza (cfr. Lv 15), ya que primero toca al enfermo y luego pronuncia la sentencia: “¡Sí quiero: queda limpio!”. La ley establece que todo el que toca a un impuro o, incluso, toque o se siente en el lugar en el que estuvo el leproso, queda impuro; para entender mejor esta escena, insistimos en no perder de vista Mc 1,15: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva”; ¿por qué?, muy sencillo, Jesús mostró a un Dios misericordioso, compasivo, que, ante todo, primero vió a una persona necesitada de misericordia, cosa que Levítico no supo expresar. Inmediatamente Jesús le pide no decir nada al respecto y lo envía al sacerdote para que conste su curación y para hacer, por su purificación, la ofrenda prescrita por Lv 14. Aunque Mt 8,2-4 y Lc 5,12-16 presentan relatos paralelos al de Mc, sólo éste apunta un dato muy importante en el v. 45, ante la divulgación del hecho por parte del que ha sido curado, Jesús ya no podía presentarse en público en ninguna ciudad, se quedaba afuera y la razón de esto es que, por haber tocado al leproso, Jesús ya es impuro, sin embargo, la gente acudía a Él para recibir misericordia. *III.- PARA QUE SE SALVEN (1Co 10,31-11,1).* Hacia la mitad del capítulo 10, san Pablo trata un tema que causaba mucha inquietud entre las primera comunidades cristianas, el ejercicio de la caridad. Y es por esta razón que cierra este capítulo con la exhortación a hacer todo para gloria de Dios, a no dar motivos de escándalo a nadie y buscar que todos se salven. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*