*TODOS LOS SANTOS/A. I.- SERVIDORES DE NUESTRO DIOS (Ap 7,2-4.9-14).* Las visiones proféticas que hoy presenta el libro del Apocalipsis, se ubican en el contexto de los seis sellos abiertos por el Cordero y después de esta visión será abierto el séptimo sello. El primer momento muestra un ángel que venía del Oriente, una imagen muy sugestiva ya que el astro rey surge del Oriente y Lc 1,78 dice, al final del Cántico de Zacarías, que nos visitará el sol que nace de lo alto. El ángel viene con la tarea de preservar a los servidores de nuestro Dios antes de que comiencen a ejecutarse los designios de Dios contenidos en el libro que ha sido entregado al Cordero y, para tal fin, son sellados aquellos que se mantuvieron fieles al Señor, ciento cuarenta y cuatro mil. En un segundo momento aparece otra visión, una muchedumbre que, a diferencia del anterior grupo, nadie podía contar y era de toda nación, raza, pueblos y lenguas, con las siguientes características: están de pie (están vivos), vestidos con túnica blanca (viven ya la felicidad en el cielo) y llevaban palmas en las manos (símbolo de victoria y que recuerdan la fiesta alegre de las tiendas de Lv 23,33-34). En seguida tenemos una liturgia celestial que abre paso a la identificación de esta muchedumbre: son los que pasaron por la persecusión y que ya participan de los beneficios de la sangre de Cristo derramada en la cruz. *II.- DICHOSOS SERÁN USTEDES (Mt 5,1-12).* Nos encontramos prácticamente con los inicios del ministerio público de Jesús, pues en Mt 4,18-22 llama a los primeros cuatro discípulos y en Mt 4,25 le siguió una gran muchedumbre. Ahora, al inicio del capítulo 5, tenemos ya el primer acto masivo, el Sermón de la montaña, que comienza con las bienaventuranzas con las que Jesús quiere enseñar a los discípulos el programa de vida que habrán de observar a partir de ahora; todo discípulo ha de ser dichoso o bienaventurado (fórmula de felicitación), pues para eso se ha hecho discípulo. Y comienza con el grupo de personas a quienes normalmente se les consideran desgraciados y malditos: los pobres, los que lloran y los que sufren, ellos también son destinatarios de las bendiciones del Reino, son aptos para el Reino. Las cuatro bienaventuranzas siguientes apuntan hacia la actitud moral de la persona, para participar en el Reino inaugurado por Cristo. Sólo viviendo de este modo entenderá el discípulo que las injurias, persecusiones y las falsas acusaciones son motivo de alegría y de contento. *III.- SEMEJANTES A ÉL (1Jn 3,1-3).* San Juan canta el amor del Padre que nos ha hecho hijos suyos, hijos que viven inmersos en un mundo que no ha reconocido al Padre y, por ende, tampoco a los hijos, pero hay muchos motivos de esperanza: no se ha manifestado cómo seremos al fin, seremos semejantes a Él y lo veremos tal cual es. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez* .