SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez
El pasado 2 de marzo dio inicio el Censo de Población y Vivienda 2020, que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realiza cada 10 años con la finalidad de saber a ciencia cierta cuántos somos y cuántas viviendas hay en México, para planear el futuro del país.
Se tiene previsto que visitarán más de 50 millones de domicilios en todo el territorio nacional, donde se tienen registrados 117,3 millones de habitantes según el censo del 2010.
No nada más se pretende obtener la información de cuántos somos, sino también los encuestadores harán preguntas sobre las principales características socioeconómicas y culturales, la estructura de la población y su distribución en los 2 millones de kilómetros cuadrados que comprenden el territorio nacional.
Hoy como nunca los 205 mil encuestadores recorrerán los 32 estados en medio de un ambiente de inseguridad y desconfianza, enfrentando en algunos casos la resistencia de los encuestados que les cerrarán las puertas por temor a ser asaltados.
El INEGI ha capacitado debidamente a su personal de campo y les ha provisto de elementos que den confianza a la población. Entre estos elementos están la credencial oficial que deben traer en el cuello con identificación del encuestador, así como un chaleco, mochila y gorra con el logotipo del instituto.
Según la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geografía todos estamos obligados a participar, pero en caso de que alguien se niegue a proporcionar la información solicitada o proporcione datos incompletos o incongruentes, la ley prevé una sanción económica que va de 5 a 500 UMA lo que equivale a 500 o 51 mil pesos. De igual manera, si algún grupo o líder se opone a que los encuestadores entren a una comunidad, se les podrá multar hasta con un millón de pesos.
El personal del INEGI está obligado a acudir hasta por tres ocasiones al domicilio, pero en caso de que en el tercer intento no encuentre a la familia, dejará debajo de la puerta una invitación con el código QR para que el ciudadano se comunique al teléfono 800 111 46 34 o ingrese a la página censo2020.mx donde se le recibirán los datos.
Es muy importante que la población participe en este ejercicio estadístico que no le quitará más de 15 minutos y que nos permitirá saber no nada más cuántos somos, sino dónde y cómo vivimos para hacerle una especie de radiografía al país y poder ver el panorama general de la estructura socioeconómica de las áreas rurales y urbanas: ciudades, pueblos, rancherías, ejidos y ranchos. Saber cómo vivimos para enterarnos sobre qué tanto hemos crecido y cuáles son los tipos de proyectos y presupuestos que se requieren de acuerdo al tamaño y las necesidades de la población.
DEBE SER UN TRABAJO SERIO
Sin embargo, para que este ejercicio estadístico cumpla con su cometido, es necesario que los encuestadores realicen su trabajo con profesionalismo y cumpliendo con la capacitación que seguramente se les ha dado, porque en algunos casos nos enteramos de que los encuestadores NO ESTÁN CUMPLIENDO a cabalidad con la mecánica establecida y pegan la calcomanía en los domicilios sin seguir los lineamientos.
El encuestador está obligado a pegar a un lado de la puerta de la vivienda un sticker con unas letras que deberá tachar o circular según sea el caso que proceda:
C: Si es vivienda censada. P: Vivienda pendiente de censar. D: Vivienda deshabitada. NV: Una NO vivienda, es decir bodega, comercio, etc. VC: Una vivienda colectiva (convento, casa hogar, hospicio, etc.)
El problema es que algunos encuestadores están haciendo lo que se les viene en gana o lo que más les conviene para avanzar, es decir, a la primera visita si no encuentran a nadie en la vivienda le ponen que es una vivienda deshabitada, de manera que es muy importante que haya una supervisión seria para que los resultados sean fidedignos y no estén falseando la información. El INEGI tuvo diez años para planear este censo, así que no hay razón para que lo hagan mal.
Los resultados se darán a conocer el 4 de noviembre y tal vez nos llevaremos una gran sorpresa al saber si en verdad hemos crecido tanto como se ha estimado y en qué condiciones socio económicas reales nos encontramos.