*I CUARESMA/A. I.- COMENZÓ A VIVIR (Gn 2,7-9; 3,1-7).* La primera parte de esta lectura del Génesis, nos ubica en el segundo relato de la creación de la persona humana, acto en el cual se da una intervención divina más que directa, pues -parafraseando a san Ireneo- podríamos decir que Dios metió las dos manos en el lodo para crear al hombre, a Yahvé no le importó mancharse con el lodo, por su criatura. En una segunda intervención, Dios hizo al hombre un ser viviente al soplarle en la nariz su aliento de vida; queda claro que Dios quiere al hombre con vida y para la vida; ahora necesita un lugar dónde vivir conforme al proyecto divino, necesita su propio espacio conforme a su naturaleza, cuerpo y alma. Para esto Dios plantó un jardín con todo lo necesario para que el hombre viviera: árboles de hermoso aspecto y sabrosos frutos, pero también el árbol del conocimiento del bien y del mal, con lo cual nos está indicando que la referencia de lo que es el bien y es el mal, siempre es el Creador y no la humanidad. La segunda parte del relato nos sitúa ante la caída de la humanidad cuando, en algún momento de los orígenes, ésta dejó de obedecer a Dios y comenzó a obedecer al diablo, quien con engaño le hizo creer que el hombre también puede decidir lo que es bueno y lo que es malo. *II.- SI TÚ ERES (Mt 4,1-11).* En el final del capítulo 3, encontramos la escena del Bautismo de Jesús (vv. 13-17), que concluye justamente con la voz que salía del cielo diciendo “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (v. 17). Y por su parte, el capítulo 4 se abre mostrando a Jesús como Aquél que será guiado por el Espíritu Santo, el mismo que guió a los profetas y que después guiará a la Iglesia; estamos, por lo tanto, moviéndonos en un ambiente plenamente pneumático (del griego Pneuma= Espíritu). La humanidad sucumbió al pecado en su origen (de ahí el nombre de pecado original); Israel también pecó, se rebelo en el desierto, particularmente cuando sentía hambre y sed, murmuró contra Yahvé y contra Moisés. San Mateo pone de manifiesto la identidad de Jesús (1,1; 3,17) y cómo es que a partir de ahí sufrirá los embates del enemigo. Las dos primeras tentaciones comienzan citando, en tono de duda, 3,17 “Si eres Hijo de Dios (4,3.6) y la tercera está relacionada con el tener y el poder. La propuesta del enemigo es la de un mesianismo, no conforme a la voluntad del Padre, sino uno con tintes e intereses personales. Jesús confirma su identidad en la respuesta que da a cada propuesta del diablo, citando la misma ley: Dt 8,3; 16,13 y el Sal 91; a diferencia de Adán y de Israel, Jesús vence el mal con la Palabra que da vida al hombre. Recordemos también que la primera tentación aparecerá nuevamente en la cruz (27,40.43), pero Jesús permanece fiel a la voluntad del Padre, como buen Hijo. *III.- JUSTIFICACIÓN QUE DA LA VIDA (Rm 5,12-19).* Al inicio del capítulo 5 de esta carta, san Pablo afirma que hemos pasado de la justificación a la salvación, que estamos en paz con Dios, gracias a Jesucristo, por quien ahora esperamos el cumplimiento de las promesas: la resurrección del cuerpo, la herencia de los santos, la vida eterna, la gloria, la visión de Dios, es decir la salvación en su plenitud. Y en el fragmento que hoy escuchamos, contrapone la obra de Adán por quien entraron el pecado y la muerte, a la obra de Jesús que es la justificación que da la vida y cómo, por su obediencia, todos seremos constituidos justos. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.*