*III ORDINARIO/A. I.- UNA GRAN LUZ (Is 8,23-9,3).* Después del anuncio del nacimiento del Emmanuel, tenemos ahora este oráculo: la región norte de Israel, Galilea, sufrirá una transformación, puesto que se anuncia un tránsito de las tinieblas a la luz. Recordemos que Israel, el reino del norte, fue conquistado y deportado años atrás y en estos momentos aún está en el cautiverio; por lo tanto, el profeta anuncia el fin del destierro mediante una especial intervención divina que transformará a este pueblo. Se habla de una gran luz y de una luz que resplandece frente a unas simples “tinieblas” con lo que se acentúa la majestad y la grandeza de Dios. El primer relato de la creación presenta como primera acción de Yahvé, la separación de la luz de las tinieblas, así abre el Señor su obra creadora que culmina con la creación del hombre a quien, para salvarlo, lo llama a formar un pueblo santo, sacerdotal, de su propiedad (cfr. Ex 19,5-6) y que ahora será engrandecido ante sus enemigos, frente a sus opresores. La luz resplandece sobre Israel, mostrando así la gloria y la presencia de Dios que llena de gozo y de alegría al pueblo que ahora se ve liberado de toda opresión y tiranía. *II.- PESCADORES DE HOMBRES (Mt 4,12-23).* Galilea sirve de escenario para el inicio del ministerio público de Jesús con la primera invitación “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. La primera palabra que Dios tiene para el hombre, es la llamada a la conversión; al que pecó y se alejó de su Creador, ahora se le invita, se le llama para volver a su Dios. Y para realizar el proyecto del Reino Jesús comienza asociando a su obra a cuatro pescadores. Es de llamar la atención que el llamado se da justo cuando están ocupados, cuando están en plena faena y la respuesta es idéntica en ambos momentos, dejaron todo enseguida, incluyendo al papá y lo siguieron. Ellos entendieron que la respuesta se da precisamente en el momento que se recibe el llamado, porque es en ese momento que el Señor te necesita. *III.- LA CRUZ DE CRISTO (1Cor 1,10-13.17). La comunidad de Corinto atraviesa por una de las etapas propias de toda comunidad que surge cuando no se maneja adecuadamente la relación de sentimientos, emociones y razón. San Pablo pone al centro la fe en Jesucristo crucificado, autor de nuestra redención, independientemente del evangelizador. Sobre cualquier simpatía o empatía que pudiese surgir, está Cristo que nos ha llamado a la unidad, mediante el mismo sentir (cfr. Flp 2,5) y el mismo pensar. Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez*