La tendencia a justificar el aborto va de la mano de la también reduccionista corriente llamada “ideología de género”.
En un entorno caracterizado por el egoísmo, la laxitud moral y el hedonismo; donde cada vez más los únicos derechos que parecen valer son los de quienes no toleran la intolerancia, asistir a hechos como el consumado hoy mismo en el Congreso del Estado de Hidalgo ayuda a la reconciliación con la humanidad.
En Pachuca, 13 diputados favorables al asesinato de niños no nacidos pretendían imponer la inaceptable ley que permite el aborto de manera indiscriminada, fueron frustrados en su populista e inhumana intención por 16 de sus colegas legisladores.
Es de esperar, sin embargo, que los embates contra la vida no se detengan, ni en Hidalgo ni en el resto del país, del continente y del mundo. Pero es altamente tonificante constatar que aún hay gente con valores elementales que se decanta por respetar la vida humana desde el primer instante; es decir, desde el momento mismo de la concepción.
Quienes votaron en favor de la vida fueron apenas 3 diputados más de que los que votaron contra ella. Pero fueron más y eso es lo alentador, sobre todo ahora que la avanza la posición reduccionista que sostiene que el nonato no es persona humana, aunque no acierta a definir cuándo un óvulo fecundado deja de ser objeto y se convierte en sujeto. Sujeto vivo. Persona.
Por eso, y porque la tendencia a justificar el aborto va de la mano de la también reduccionista corriente llamada “ideología de género” (sólo las cosas tienen género, las personas nacemos sexuadas), hay que reconocer la valentía de los diputados hidalguenses que votaron por la vida.
Van de la mano porque ambas, corriente abortista e “ideología de género”, pretenden cosificar, convertir en cosa a cada persona humana. La lucha se vislumbra muy larga, quizá imposible de ganar. Pero la fe y el respeto al principal derecho humano, que es la vida, merecen ser reconocidos.
Bien por los legisladores hidalguenses que hicieron triunfar a la vida.