Papel Social
Honor y recuerdo para nuestros muertos
Javier Herrera Borunda
El gran mosaico multicultural que hoy conforma a la República Mexicana tiene su origen en la grandeza de la cosmovisión de nuestros pueblos originarios, que al paso de los siglos han sabido mantener sus costumbres y tradiciones y adaptarse, por voluntad propia o por imposición, a las de otras culturas, especialmente a la española que durante los tres siglos que duró su dominación logró que conviviera el altar de sus dioses con el de los grupos étnicos que conquistaba.
Los españoles, en su intento de convertir a los indígenas a sus creencias religiosas, hicieron coincidir sus festividades del Día de Todos los Santos y Todas las Almas con las de las culturas originarias , dando lugar a un sincretismo religioso que se manifiesta en el actual Día de Muertos.
El culto a la muerte y a nuestros antepasados está presente en todas las culturas prehispánicas desde tiempos inmemoriales. Existen registros arqueológicos que dan testimonio de diferentes rituales en honor de los muertos que se remontan a por lo menos tres mil años. El punto angular de esta tradición es la creencia de que el espíritu de los difuntos regresa al mundo de los vivos durante un día para reconfortar a sus seres queridos por su ausencia, departiendo con ellos, consolándolos y confortándolos ante su dolor.
En diversos municipios de la Huasteca Veracruzana se encuentra presente esta tradición, de manera destacada en Platón Sánchez, Ozuluama, Tantoyuca, Tempoal y Chicontepec, y se hace presente en la ceremonia más sobresaliente del año: la fiesta del Xantolo, palabra que deriva de la deformación de la alocución latina sanctorum, y que es sin duda el acontecimiento social, religioso y comunitario más importante, en el que se honra a las almas de los muertos que vienen a la Tierra a convivir con sus familias y a comer los suculentos platillos presentes en el altar que se realiza en su honor. Son tres los días dedicados en su honor: 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre.
Las fiestas del Xantolo en la Huasteca veracruzana se preparan con varias semanas de anticipación. La ofrenda que honra a sus difuntos se coloca en un altar que se cubre con manteles bordados a mano. La ofrenda incluye una gran diversidad de alimentos: mole, arroz, tortillas, dulce de calabaza, camote y yucas con miel, diferentes variedades de tamales, incluido zacahuil, pan de muertos y frutas de la región como plátanos, naranjas, limas, mandarinas y cañas. También se coloca chocolate, café, aguardiente o cerveza, según el gusto del difunto y hasta tabaco.
En el altar se colocan además de las imágenes de los santos venerados en cada familia las de los familiares a quienes están destinadas las ofrendas; también se utilizan figuras prehispánicas para colocar copal que impregna con su esencia el ambiente. El altar se enmarca con un arco adornado con flores conocidas como de muertos: cempasúchil, mano de león y sempiterna. Una mata de maíz y una caña de azúcar se colocan en cada lado del altar.
El 31 de octubre inician las fiestas, es el Día de los Arcos y se anuncian con cohetes; el altar está listo y entran en acción los huapangueros que tocan sones veracruzanos frente a él. La luz de velas
y veladoras alumbra el camino de los muertos que se delimita con pétalos de flor de cempasúchil, los que con su color y olor, guían a las almas de los difuntos hacia su fiesta. Requisito indispensable para estas festividades es estar alegre, tener ánimo y ser humildes para que todo salga bien.
Las fiestas del Xantolo son espectaculares y en cada uno de los municipios donde se presentan existen particularidades que llaman a gozar con sus habitantes de estas celebraciones. Empiezan el 31 de octubre y terminan el 2 de noviembre. En Tantoyuca además del altar típico en las casas se cuelgan grandes muñecos que representan a los viejos de la cuadrilla que bailen con máscaras e interpretan a personajes chuscos. Los días 1 y 2 festejan en el cementerio lo que llaman “la viejada en el panteón”; músicos con violín, jarana y huapanguera los animan. Los vaqueros llaman a la concurrencia con cuernos para dar inicio a la celebración diciendo: “Aquí están los que parece ya se fueron, pero viven en nuestra mente y en nuestros corazones”. Posteriormente regresan al centro de la ciudad, bailan y es el momento de quitarse las máscaras para integrarse a su vida normal.
En el municipio de Platón Sánchez las fiestas inician desde el 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel y la segunda ofrenda se celebra el 18 de octubre, día de San Lucas, cuando se realiza la cosecha de plátano y cuahuayote para hacer conserva. Altares y grupos de danzantes animan las fiestas. El 1 de noviembre se realiza la cabalgata que se dirige al panteón de Zacatianguis a la que se añaden comitivas de otros lugares, inclusive de San Luis Potosí y Tamaulipas.
En Tempoal, el Xantolo se realiza del 31 de octubre al 3 de noviembre. Durante tres o cuatro días no se realiza ninguna clase de trabajo, ya que de acuerdo a la tradición se pone en riesgo la salud y trastocar este principio puede llevar a alcanzar la mala suerte. Altares, sones de muertos y danzas son típicos del momento. El maíz es de enorme importancia en esta celebración ya que significa vida, por eso a la fiesta también se la nombra “día de los chihchiquilis”.
En Chicontepec el ambiente huele a copal. Para el Xantolo todo lo que se utiliza debe ser nuevo y aquí hacen tres altares: uno grande para los difuntos adultos, otro más pequeño dedicado a las ánimas de los niños, y uno más sencillo en el patio de la casa para recibir a las ánimas solas, aquellas que no tienen familia y nadie las recuerda.
Hermosas nuestras tradiciones, vivámoslas con orgullo. Todos los seres humanos guardamos en nuestra memoria afectiva el cariño y el amor que recibimos de las personas que ya no están a nuestro lado. Para ellas el más grande de los altares de muertos, disfrutemos de su presencia en estos días que son dedicados especialmente para su recuerdo y los demás días del año busquémoslas entre las estrellas que más brillan.
javi.borunda@me.com