Hoy 30 de abril el Kinder Rosalía Castro luciría adornado en todo su esplendor para dar paso a la alegría y la dicha de ser niño LIBERAL DEL SUR
Mari Carmen Rosas/Cosoleacaque
Hoy 30 de abril el Kinder Rosalía Castro luciría adornado en todo su esplendor para dar paso a la alegría y la dicha de ser niño.
Los esperaba una gran piñata, dulces y payasos, pero en vez de esos, los nenes tendrán un funeral, llorarán ante un féretro y por primera vez tendrán en su recuerdos la imagen de de la muerte violenta de un cercano.
Lazarito, de cinco años, tenía listo su mejor ropa. Su mami había cooperado para pagar los dulces y la parte de la fiesta que le había tocado; pero su padre, Lázaro Alfonso Márquez fue cruel.
Tomó una navaja plateada y le cortó las venas a Lazarito, y como no moriría, le dio de golpes en la cabeza.
Cuando lo supo muerto, el padre se cortó las venas. Subió a un cubo y ató su cuello de una soga para lanzarse .
Los vecinos, la familia, los que conocían a Lázaro padre, lo describen como un hombre de bien, tranquilo, nunca grosero. Del trabajo a su casa. Sin vicios.
Sin embargo, bajo el techo de su casa, ahí a unos 100 metros del kinder donde se mató, se contaba otra historia.
VECINOS CUENTAN OTRA HISTORIA
Lázaro era flojo, no le gustaba trabajar, la parsimonia y el desgano se imponían en su vida.
Un día trabajaba, al otro no.
Eso tenía harta a su esposa, la madre de Lazarito y de sus otros dos hijos, Mildred Martínez Martínez.
Ella se partía en dos, en tres, en cuatro, en cuantos pudiera para poder sacar adelante la casa con el gasto y no sentía el apoyo del marido.
Ya desde hace dos años ella le había pedido el divorcio por la falta de apoyo económico. El gasto para pagar la carrera del hijo mayor, que está en otro estado haciendo la carrera, la tenían siempre con las bolsas vacías.
Lázaro padre no entendía la desesperación de su amada, la veía sufrir como conserje del kinder Rosalía de Castro, como niñera y empleada de un hotel en Jáltipan. Para ella no había descanso. Mildred Martínez Martínez había decidido ya poner fin a 23 años de matrimonio y jalar sola con sus problemas económicos.
“¿Dónde crees que estoy?”, fue lo último que Lázaro dijo ayer a su esposa por teléfono. “Dime dónde estás, ¿dónde está el niño”?, le respondió ella.
“Si quieres a tu hijo, ven por él”, le dijo y colgó. Ella comenzó a hacer llamadas y a preguntar por su hijo. Al llegar al kinder encontró la escena terrible y el gentío. Su hijo y esposo muertos.
La noche previa a los hechos, cuentan los vecinos, los perros se enfrascaron en dramático concierto de ladridos. Nadie sospechaba que anunciaban la muerte y la desgracia. De los pensamientos de Lázaro pocos se imaginaban que padecía trastorno bipolar.
TRASTORNO BIPOLAR
A veces, era tranquilo, el más apacible, pero de pronto se tornaba violento. Cuando más le pedían el divorcio, más se miraba afectado por la depresión.
Antes de cometer el crimen, Lázaro papá acudió con su madre, donde se comió una mojarra. Fue por el pequeño Lázaro al kinder y lo llevó a casa, donde le dio su última comida antes de regresar de nuevo al jardín de niños donde le encontraron colgado y con el pequeño muerto por la anemía.
Sin duda -cuentan los vecinos- Lázaro dio donde más le dolía a Mildred, le mató a su amado Lazarito, el más chiquito, el parbulito amoroso que ella cuidaba mientras trabajaba también de conserje en el kinder donde lo encontraron sin vida.
Hoy no habrá festiva de día de niños para los peques del Rosalía de Castro. La escuela muestra cambió los adornos del día de Niños por la cinta amarilla que dice “Precaución” colocada por la Fiscalía. Habrá dos funerales, uno para Lazarito en la calle Malpica, y el de su papá, en la Emiliano Zapata. Ante la tragedia, la familia dispuso separar al asesino y suicida.