Horas aciagas transcurrían mientras se decidía la suerte que marcaría el destino del Poder Judicial tras la votación de los senadores. Los morenistas y sus aliados se frotaban las manos después de que sabían que las presiones a través del chantaje y el miedo harían doblegar a quien sin prejuicios y por ambición han sido capaces de entregar a quien depositó en ellos su confianza.
El tiempo pasaba lentamente y mientras algunos aún albergaban la esperanza de que se frenara el dictamen, otros ya no podían autoengañarse ante las claras señales que Miguel Ángel Yunes Márquez había enviado al desaparecerse durante dos días previos a la sesión en la que se decidiría el destino del Poder Judicial y cortar contacto con los dirigentes de su todavía partido, Acción Nacional.
Horas antes de iniciar la sesión, apareció Yunes Márquez acompañado de su suplente, su papá, el exgobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares, quienes fueron recibidos por el petista Alejandro González Yáñez, el perredista José Sabino y sus nuevos compañeros de batalla de la 4T.
Como si se tratara de un juego infantil, Yunes papá asumió por unas horas el lugar de su hijo como senador, solo para defender amorosamente a su vástago en la tribuna y vilipendiar a su otrora amigo y aliado Marko Cortés, presidente y senador del PAN, quejándose que no buscó a su hijo a pesar de que estaba muy enfermo y dejando claro el sentido de su voto: A favor de la reforma.
Entrampado en sus propias decisiones, Marko Cortés Mendoza, desencajado, abrumado y sabiendo lo que significaba para el país y para él mismo perder uno de los votos de los suyos, el de Miguel Ángel Yunes Márquez a quien meses antes regaló un espacio plurinominal en el Senado asumiendo que sería su aliado personal cuando lo necesitara, ahora lo acusaba públicamente desde la tribuna del Senado como traidor.
Otra velita encendida
Morena tenía otra velita encendida, la del senador Daniel Barreda Pavón, de Movimiento Ciudadano, quien se ausentó de la sesión en la que se discutía la reforma presuntamente, según el coordinador de la bancada naranja en el Senado, por haber sido detenido ilegalmente en Campeche.
Con esta ausencia se restaba un voto fundamental de la oposición y daba a Morena y sus aliados la ventaja necesaria para que fuera aprobado el dictamen por mayoría calificada.
El único partido que mantuvo su promesa de permanecer juntos en todo momento, de no distraerse y cumplir al pueblo lo prometido fue el PRI. Los 15 senadores priistas no hicieron escándalos, defendieron su postura y votaron en contra del dictamen, esta fue la misma acción que asumieron en su momento los 37 diputados federales en la Cámara de Diputados.
A nombre de los legisladores priistas, la senadora Carolina Viggiano Austria expuso los motivos por los que emitieron su voto en contra del dictamen. Señaló que en la propuesta de reforma judicial presentada por el Ejecutivo federal se advertía “una clara intención de Morena por desmantelar el sistema de protección de derechos humanos, porque le estorba la presunción de inocencia, el garantismo, las resoluciones internacionales, el control de convencionalidad, el control difuso, el amparo y el debido proceso.
“De consumarse este grave error, advirtió la legisladora, al país le espera la condena internacional de los organismos de derechos humanos, el fracaso de su implementación y, lo más grave, la destrucción del estado de derecho. Y a las y a los senadores que lo aprueben con su voto, les pesará la responsabilidad histórica por actuar con odio, venganza y sumisión y poco amor a México”.
Desesperación e impotencia
Meses, semanas, días y horas de tensión ocasionada por la cerrazón de los legisladores para escucharlos, trabajadores del Poder Judicial, estudiantes y ciudadanos se congregaron a las afueras del Senado de la República para exigir hasta el último momento que no fuera aprobada la reforma al Poder Judicial.
Atentos a los movimientos de los senadores que cada vez más dejaban en claro que el dictamen sería aprobado, pasaron de gritar consignas que fueron ignoradas por los senadores y generaron desesperación e impotencia por lo que decidieron dar un portazo a las instalaciones del recinto legislativo en donde lograron interrumpir por un momento la sesión y obligando a que los senadores determinaran continuar la discusión en la antigua casona de Xicoténcatl.
La seguridad del Senado fue insuficiente para contener a los manifestantes que sin embargo fueron recibidos con gases lacrimógenos y rociados con el contenido de los extintores, aun así los inconformes lograron llenar el recinto mientras los legisladores de Morena y sus aliados salían atemorizados y apresuradamente.
Sin realizar destrozos los manifestantes se limitaron a gritar consignas y entonar el himno nacional. Posteriormente, se trasladaron a la sede alterna donde continuaría la plenaria y en donde también esperaban grupos de personas que apoyaban la reforma del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El poder del Estado
Ya instalados en la vieja casona de Xichoténcatl, los senadores siguieron discutiendo el dictamen, una de las sorpresas es que Miguel Ángel Yunes Márquez, quien supuestamente estaba muy enfermo, apareció en la sesión tras haber retomado su puesto que por unas cuantas horas asumió su suplente.
Al tomar la palabra, Yunes Márquez dijo: “he determinado dar mi voto a favor del dictamen para crear un nuevo modelo de impartición de justicia”, el cual ya había manifestado que sería en apoyo al dictamen
Y ante el enojo de sus correligionarios de partido que lo acusaban una y otra vez de traidor señaló: “ni cobarde ni traidor, salí del hospital para venir a dar las razones de mi voto y para responder a quien en los últimos días y también hoy en esta sesión me han agredido”.
El controvertido senador reprochó al dirigente del PAN y senador Marko Cortés sus señalamientos al tiempo que se justificó asegurando que “como pocas veces alguien lo ha sufrido, queriendo hacerme responsable del destino de México como si en mis manos realmente estuviera y no está en mis manos, está en las manos de todos los mexicanos y de todas y todos los legisladores”.
El momento de la votación llegó finalmente. Los votos de la oposición fragmentada sumaron 41, mientras que los de Morena, sus aliados tradicionales y nuevos conversos alcanzaron la mágica cifra de 86, con que se aprobó la reforma al Poder Judicial concebida en la mente del presidente López Obrador y ejecutada por el Congreso de la Unión.
Combaten a la justicia con injusticia
Sin cambiar una coma los diputados y senadores de Morena y sus aliados dieron un golpe certero a la democracia y a los mexicanos. Nunca escucharon a los trabajadores del Poder Judicial, nunca escucharon a especialistas en materia judicial. Nunca escucharon a organizaciones de la sociedad civil. Nunca escucharon a inversionistas nacionales y extranjeros. Sus ojos, sus oídos y su ser pertenecen sólo al presidente López Obrador, quien con razón o sin ella les hace llegar a los legisladores sus deseos y ellos están prestos a complacerlos sin reparar que el espacio que ocupan es como servidores de toda una nación, lo que es diferente a ser serviles a los caprichos de una persona.
¿Estás de acuerdo con la aprobación de la reforma aprobada que desarticula al Poder Judicial y propone la conformación de un organismo político en el que solo tendrán cabida quienes son afines al presidente y su partido?