IV ADVIENTO/A. I.- UNA SEÑAL DE YAHVÉ TU DIOS (Is 7,10-14).* En la segunda intervención del profeta Isaías -durante el asedio siro-efrainita-, encontramos una invitación a descubrir la salvación que Dios realizará a favor de Jerusalén y, por ende, de Judá. En la primera intervención el profeta comunica un oráculo al rey Ajaz, en el que se le anuncia que la ciudad no será atacada ni destruida, debe mantenerse alerta, pero en paz y se le pide confiar en el Señor y, para ello, se le brinda la oportunidad de una señal de que lo anunciado se cumplirá, porque Dios lo realizará. Una señal es un signo, un gesto u otro tipo de informe o aviso de algo; sustituye a la palabra escrita o al lenguaje, obedece a convenciones por lo que son fácilmente interpretadas; toca ahora el turno al rey de Judá interpretar el signo que hoy se le propone: el nacimiento de un rey por medio del cual vendrá la salvación y que será de la estirpe de David. Justo cuando los reyes Rasón y Pécaj hablaban de destrucción y muerte, Yahvé presenta la vida como señal de que el pueblo continuará, no desaparecerá; habrá una intervención divina para liberar al pueblo escogido, el nombre del futuro rey Mesías significa y realizará la salvación para la casa de David. *II.- ÉL SALVARÁ A SU PUEBLO (Mt 1,18-24).* El Evangelio según san Mateo comienza presentando la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (vv. 1-17), para enseguida pasar a dar cuenta del origen sobrenatural del mismo: en el contexto de una pareja que ha cumplido con la primera parte de la ceremonia de la boda judía, acontece algo distinto y especial que viene a trastocar la vida y los planes del carpintero. Cuando aún faltaba por realizarse la segunda y última parte del ritual matrimonial, José se percata de algo, a lo que intenta darle una explicación, pretende -con sus solas fuerzas humanas- entender algo que es de origen divino y que, en consecuencia, requiere de la Revelación para comprender lo que sobrepasa la sabiduría y lógica humanas y justo cuando creía haber resuelto todo, el Señor le revela lo que está sucediendo como obra no humana, sino del Espíritu Santo. Y lo sorprendente es que, no solamente era asunto de María y Dios, sino que también él tiene un rol fundamental en este proyecto; no se trata de algo individual, sino de un asunto familiar en el que él asume la paternidad legal de Jesús toda vez que sus dudas han sido despejadas, recibe a su esposa en su casa completando, así, lo que faltaba al rito del matrimonio. La Virgen ha concebido un hijo por obra del Espíritu Santo, pero es a José a quien le corresponde ponerle el nombre indicado por el ángel, con el cual se manifiesta su carácter de Salvador y su condición de ser el “Dios con nosotros” y cercano a su pueblo. El v. 24 manifiesta la prontitud de José para obedecer, para hacer lo que el Señor le ha pedido y, con su silencio, posibilita la manifestación del Señor, pues Él es el único importante en toda la escena, porque viene a salvar y es en Él en quien hemos de poner la mirada y a quien debemos abrir el corazón para que nos salve. *III.- SE MANIFESTÓ COMO HIJO DE DIOS (Rm 1,1-7).* En la epístola a los romanos, san Pablo se presenta como siervo de Cristo, llamado para anunciar el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, del linaje de Davíd, que se encarnó, tomó condición de siervo, murió y resucitó para nuestra salvación. Éste es el Evangelio anunciado a los paganos para llevarlos a la fe y formar parte de la Iglesia, por su pertenencia a Cristo por medio del bautismo. *Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez* .