Contraesquina Política.
Por: Fernando Martínez Plascencia.
Coatzacoalcos Ver., a 28 de diciembre del 2021.
Alejandro Solalinde: No da los Sacramentos, lo que da es un falso testimonio de la fe.
Amlo: Un santo que dejó morir a niños con cáncer.
Neopoliticatv.com
Alejado totalmente de lo que significa el sacerdocio, sin brújula en el rumbo como guía espiritual dentro de la iglesia católica, Alejandro Solalinde tiró al cesto de la basura la enseñanza que recibió para ordenarse como hombre de Dios, confundir la santidad de Jesús con cualquier mortal, y colocar en ese pedestal, a la misma altura, a quien le da la gana, es aberrante.
Es una desgracia, porque este hombre, ejemplo-se supone-de la vocación en la fe religiosa, antepone sus deseos personales por encima de lo que él representa, hasta cierto punto sus arrebatos carnales pueden ser comprensibles, sobre todo por la férrea y exigente educación que reciben.
Como cualquier persona, los sacerdotes en determinado momento pueden tener un tropiezo, como por ejemplo, excederse, quizás, en algunas copas de vino, en alguna majadería, incluso, tener hijos, lo cual ya fue discutido y disculpado por el Papa Francisco, no es un delito, pero el castigo es apartarse de la iglesia.
Cosa aparte, incalificable, es el delito de pederastia, que debe ser castigado con todo el peso de la ley, como así ha sucedido en algunos casos.
Alejandro Solalinde, teniendo una educación y un conocimiento tan amplio de lo que significa Jesús, colocó a un mundano como López Obrador a su altura, ofensivo para la grey católica y para cualquier persona, sobre todo cuando el ejecutivo, en su lucha fantasmal contra conservadores, fifis y neoliberales, ha dejado morir a niños con cáncer por la falta de medicamentos oncológicos, escudado en su falsa Austeridad Republicana.
Lo de este falso sacerdote raya en el servilismo y en la locuacidad, sin importarle nada, se hunde en el caño de la corrupción que todo destruye, si, porque cambiar el ejemplo que su figura representa-o representaba-también es corrupción y desvía y confunde a quienes le entregaron y confiaron su catarsis como alivio a su alma.
Este personaje político, porque ese es el viraje y el cambio de piel que ha dado, prefirió entregarse al culto y adoración de una personalidad oscura como la de López Obrador que, está manchada por el crimen, la complicidad y la deshonestidad en estos 3 años de gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación que, hasta hoy sigue sin entregar resultados.
Decir que López Obrador tiene rasgos de santidad igual que Jesús por ayudar a los pobres, es la peor estupidez de este sacerdote, no existe ni en lo más mínimo un comparativo que se le acerque, por cierto, este sujeto está suspendido por el Vaticano, la maldad de este señor es mucha, y no tiene límites en sus ambiciones mezquinas con tal de figurar políticamente, sin importarle si causa daño a su alrededor.
En la época del corrupto ex gobernador, Javier Duarte de Ochoa, lo señaló constantemente de tener convertido el territorio veracruzano en un cementerio clandestino por tantos homicidios dolosos, en cierta medida no le faltaba razón, pero llegó a tanto su odio que, cuando el mandatario pidió licencia, la lengua viperina de este falso sacerdote, en rueda de prensa nacional, protagónico, dijo que estaba escondido en el rancho San Antonio, en el estado de Chiapas.
Dicha propiedad es de un conocido empresario de Coatzacoalcos, el cual le envió carta a su Santidad el Papa Francisco, haciendo de su conocimiento el mal ejemplo y proceder de este personaje que, confunde la magnesia con la gimnasia, la Palabra es muy clara: Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Así de simple.
Las consecuencias de las declaraciones falsas e imprudentes de este perverso Presbítero, originó que las Autoridades federales, como la fiscalía General de la República, ejército y la Marina, invadieran sin orden judicial dicho rancho y otros más, con armas de grueso calibre, buscando al prófugo,-Peña Nieto ya sabía dónde estaba-intimidando y golpeando a hombres, ancianos, mujeres y niños, violando los Derechos humanos sin consideración alguna, todo por su maldita ambición y deseo de ganar notoriedad, precisamente como lo está haciendo ahora.
Su entreguismo es humillante, no dimensiona ni razona lo que dice, ha perdido la razón, camina sin dignidad, su imagen es detestable por donde se pare y se le vea, ha perdido la poca credibilidad que le quedaba, y al paso que va, dentro de poco pedirá que el inquilino de Palacio Nacional sea santificado en vida. De ese tamaño.
Su hipocresía es aberrante y grotesca, 56 migrantes murieron en Chiapas, debido a que la caja en la que eran transportados, hacinados, se desprendió del tráiler, el cual burló todos los retenes de las distintas fuerzas policíacas, incluyendo al Instituto Nacional de Migración, sin ser detectados por nadie, aquí, Alejandro Solalinde no dijo nada, pese a ser un activista y defensor de los derechos humanos, guardó silencio.
El sacerdote Alejandro Solalinde no da los Sacramentos, el Papa Francisco así lo ha ordenado, lo que da es un falso testimonio de la Evangelización, su proceder está alejado de la Misión de la iglesia que es el servicio para la construcción y el fortalecimiento de la fe como piedra angular del camino a la Salvación. Vaya paradoja. El diablo también se viste de sotána.