La CFE, una empresa que ha venido deteriorándose por decisiones del actual gobierno y que genera energía sucia, se convierte en dueña y señora de todas las resoluciones sobre la electricidad de cada rincón del país.
Desde hace varias semanas llegó al Poder Legislativo la propuesta de reforma eléctrica del titular del Ejecutivo y la discusión se centró en el desprecio a las energías limpias y en la afectación a los que actualmente las producen y las venden a CFE.
Sin embargo, entre más se profundiza la lectura del alcance de la misma; queda más claro que la afectación llegará a todos los mexicanos, pues quedaremos a merced de la voluntad de un hombre para tener o no electricidad.
Para empezar, el empleo del 60% de los mexicanos se concentra en cuatro sectores: manufactura, servicios del sector energético, comercio y minería, los cuales requieren el 88% de total de la electricidad para seguir funcionando. Como la CFE no tiene la infraestructura para generar el 100% de la electricidad que el país consume, se abrió a los particulares hace décadas. Y por esa razón en las modificaciones propuestas se determina que “cuando menos” la CFE generará el 54%. Pero si hicieron los cálculos bien, lo que dicen es que la CFE “cuando más” puede cubrir 54% de la demanda (ni siquiera la demanda de los sectores vitales). Además, esa energía es la más contaminante porque CFE tiene un bajo porcentaje de energía limpia, esa la producen los privados.
Por tanto, el 46% faltante sería generado por las empresas privadas a las que se les otorguen nuevamente contrato (pues en un transitorio cancela todos los hoy vigentes), pero con las condiciones que la CFE pondrá que ni siquiera les garantizará comprarles su producto (la electricidad) ni del precio al que lo harán (CFE fijará precios arbitrariamente).
Por otra parte, la iniciativa de reforma quita independencia a organismos reguladores como son la CRE, el CNH que se integrarían a la Secretaría de Energía (Sener). Pero más importante, subordina al Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) a CFE. En la actualidad el Cenace regula la relación entre CFE y los privados que generan energía. Al ser un organismo autónomo busca la mayor eficiencia, no se rige por principios políticos y no busca beneficiar o afectar a propósito a ningún sector o ninguna población.
En otras palabras, CFE, una empresa que ha venido deteriorándose por decisiones del actual gobierno y que genera energía sucia, se convierte en dueña y señora de todas las decisiones sobre la electricidad de cada rincón del país. De hecho, a nivel jerárquico queda por encima de todas las secretarías; ni siquiera la Sener podría intervenir. El titular de la CFE se erige como el personaje más poderoso del país, pues prácticamente tiene en sus manos el control absoluto no sólo de a quién se compra la energía, sino en un escenario extremo de quién tiene luz y quién no.
¿Cómo se llegaría a este punto? Al no existir los incentivos ni garantías para que sea redituable para los particulares generar electricidad, es previsible que dejen de hacerlo y al ser la CFE incapaz de cubrir la demanda no quedará más camino que el “tandeo”, tal como ocurre con el agua en cientos de municipios para que “alcance” de a poquito para más personas. Porque incluso si la CFE se apoderara (sin hablar de pago de indemnizaciones y juicios) de la infraestructura de los privados, se necesita dinero para ponerlas a trabajar y la CFE lleva dos años de pérdidas gracias a la mala administración actual y a la renegociación de los contratos de los trabajadores para regresarles carísimos privilegios muy por encima de cualquier trabajador mexicano; por tanto, no podría invertir para usar esas instalaciones o tendría que cobrar altísimas tarifas. En otras palabras, los apagones continuos serán parte de la vida cotidiana. La decisión de donde hacer los cortes al servicio recaerá en el titular CFE, previsiblemente guiada por criterios electorales, no de productividad.
Seguramente, no importará que a la tiendita de la esquina o a la carnicería del barrio se le eche a perder su mercancía porque por seis horas no hubo refrigeración; o que el diseñador gráfico que trabaja por su cuenta no pueda entregar los diseños a su cliente y pierda su ingreso; o que no se pueda cargar gasolina porque las bombas no funcionan o que los hospitales apenas sobrevivan con las plantas de emergencia o que se pare por completo la maquila de textiles o la producción de automóviles. Todo esto, acumulado, causará bajas en la productividad que conducirán a cierres de empresas de todos los tamaños y la consecuente pérdida de empleos.
En ese afán de dar a conocer las potenciales afectaciones que llegarán a la población, México cómo vamos, una organización de la sociedad civil, tiene una página (https://mexicocomovamos.mx/cuanta-electricidad-necesitas#entidades) donde se puede consultar municipio por municipio qué tanta electricidad se consume en él. Incluye todos los sectores de cada localidad.
Asimismo, ofrece el listado de los diputados en cuyas manos está la aprobación o el rechazo de la iniciativa presidencial. Es una excelente herramienta para ejercer ciudadanía presionando para que sea desechada íntegramente y el futuro de México sea en la luz, y no en la oscuridad de la ceguera ideológica y electoral.